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  • Writer's pictureRed Corán

El fin de la tribu

Autor: A. Malik Moreno



Una de las muchas cosas que el Honrado Alcorán provoca para el cambio de paradigma de la Arabia del Mensajero Muhammad, sobre él la paz, es de dejar de cumplir las sentencias de los shuyuj encargados de los clanes y tribus usando en su lugar el consejo. Una vez que el Honrado Alcorán dota de la consciencia de que la humanidad entera surge de un mismo Ser y que por tanto los une una hermandad divina, y que es cada ser individual el responsable último de sus actos, pasa como un vendaval -como ya ocurriera anteriormente con sus vecinas Ad y Zamud-, llevándose por delante los cimientos de la tiranía y la opresión representados en la forma tribal de sociedad donde también se representa en otras civilizaciones en forma de división por clases. No hay coacción en la forma de vida acorde al Orden Divino, lo que sí hay es mutuo consejo, y el consejo dista mucho de sentencias. El consejo deja al otro elegir en libertad sobre aquello que le atañe por lo que el consejo permite la fluidez en contrapartida del edicto que estanca, uno facilita la sabaha (fluir a Dios) y el otro el tagha (traspasar los límites), uno permite la expasión del ser (zakat) y otro lleva a la constricción (dassa).


El Honrado Alcorán desciende para liberar al ser humano de la esclavitud a la que le somete su propia mente, su forma de ver el mundo. Y eso es precisamente, lo que ocurrió mientras descendía y las gentes iban asimilando su realidad. No necesitaron más que dejarse correr el velo usando las propias facultades de razonar y reflexionar en base al sentido innato de justicia, para darle un vuelco a sus vidas dotándolas de un noble sentido. Romper la tribu para liberar al Hombre.

El Honrado Alcorán dotó paulatinamente a una civilización de una nueva consciencia y  con ello una nueva forma de conducta que llevó a dar un vuelco a la forma de vida y estructura social de la época, y ese recorrido es el ejemplo a seguir.  Tratar de llegar a Medina sin pasar por Makka no es el recorrido coránico. Dirigir la vida en base a lo que otros digan no es el propósito coránico. Todo aquello dictado por el hombre no puede usarse sino como un consejo que cada uno tiene la liberdad de tomar o no, de lo contrario se convierte en algo tribal y motivo de coacción. Si bien hay diversos caminos espirituales con sus costumbres y sus guías, lo que prima es la libertad invidual puesto que Dios da una Guía a quien quiera seguirla y quien no la quiera que no la siga, por lo que prevalece la no coacción. El maestro es el que guía dejando que el otro sea, pero no que sea como el "maestro" quiere, sino que sea dentro de sus propias limitaciones que distan de las limitaciones de otros. No hay uniformidad en la creación, todo paisaje está formado por lo diferente porque Uno solo hay Uno. Eso es extrapolable a la política donde unos obedecen las directrices de unos pocos al igual que lo es en la medicina actual o cualquier otra disciplina donde no cabe la disidencia ni el cuestionamiento por ser una tendencia humana la de seguir ciegamente lo que encuentra establecido. Y eso sólo se puede resolver poniendo las cosas en su lugar, es decir, lo que dice Dios es mejor tomarlo como el mejor de los consejos y lo que dice el hombre puede o no tomarse y nadie está obligado ni a uno ni a otro, solamente abocado de manera irremediable a la repercusión de sus decisiones.

Son varias las conversaciones que tienen los condenados en la Otra vida donde se acusan a unos de haberles dirigido las vidas y la fatal consecuencia a la que se han visto abocados por ello, a la vez que los otros los culpan por haberles hecho caso hasta que la intervención divina muestra que la fatalidad en la que se han metido viene en realidad por no haber hecho uso de las propias facultades.


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