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EL PLURALISMO RELIGIOSO EN EL CORÁN

Autor: Abdennur Prado

Capítulo del libro ‘El lenguaje político del Corán‘ (ed. Popular 2010)


En este capítulo expondremos la visión coránica sobre el pluralismo religioso. En el Corán, la diversidad es un signo de la capacidad creadora de Al-lâh:

Y entre Sus portentos está… la diversidad de vuestras lenguas y colores. (Corán 30: 22)

La pluralidad de formas de adoración es algo querido por Al-lâh:

Hemos asignado a cada comunidad formas de adoración [distintas], que deberían observar. (Corán 22: 67)

Todas las religiones reveladas son vías de salvación legítimas:

Ciertamente, los que creen [en esta escritura divina], los que profesan el judaísmo, los cristianos y los sabeos —todos los que creen en Al-lâh y en el Último Día y obran con rectitud— tendrán su recompensa junto a su Sustentador; y nada tienen que temer ni se lamentarán. (Corán 2: 62)

Estas formas de adoración ­—diversas y legítimas— tienen su origen en revelaciones sucesivas, venidas del mismo Dios:

Hemos suscitado en el seno de cada comunidad a un profeta. (Corán 16: 36).

El Corán menciona algunos de estos profetas, la mayoría pertenecientes a las tradiciones judía y cristiana, pero no únicamente. El profeta Muhámmad se inscribe en la lista de los mensajeros enviados por Al-lâh:

Ciertamente, te hemos enviado con la verdad, como portador de buenas nuevas y como advertidor: pues no ha existido comunidad en el seno de la cual no haya [vivido y] muerto un advertidor. (Corán 35: 24)

El Corán afirma que todos los profetas gozan del mismo rango a los ojos de Al-lâh, y exhorta al musulmán a creer en todas las tradiciones reveladas y a no hacer distinciones entre los profetas:

Di: “Creemos en Al-lâh y en lo que se ha hecho descender para nosotros, y en lo que se hizo descender para Abrahám, Ismael, Isaac, Jacob y sus descendientes, y en lo que Moisés, Jesús y todos los profetas han recibido de su Sustentador: no hacemos distinción entre ninguno de ellos. Y a Él nos sometemos.” (Corán 3: 84)

Desde el momento en que las considera todas las religiones reveladas por el mismo Dios, sin que exista superioridad de ninguna de ellas sobre las otras, el musulmán tiene la obligación de creer en todas ellas:

Dí: “Creo en toda revelación que Al-lâh ha hecho descender; y me ha sido ordenado que promueva la equidad en vuestras discrepancias. Al-lâh es nuestro Sustentador y también vuestro Sustentador. Nuestro será el fruto de nuestras acciones y vuestro el fruto de las vuestras. Entre nosotros y vosotros no hay discusión: Al-lâh nos reunirá a todos –pues hacia Él es el retorno.” (Corán 42: 15)

Es decir: los musulmanes están obligados a considerar que los diferentes Libros revelados a todos los pueblos tienen un origen divino, y debo creer en todos ellos, sin hacer distinciones. Durante la historia, diferentes pueblos y grupos religiosos han sido considerados por los juristas musulmanes como ahl al-Kitab: Gentes del Libro, comunidades que se guían por libros que han sido inspirados o revelados por Al-lâh.

“Otro ejemplo (de confusión) puede encontrarse en la traducción convencional de la palabra kitab, aplicada al Qur´an, como ‘libro’: porque cuando el Corán estaba siendo revelado (y no debemos olvidar que este proceso duró veintitrés años), los que escuchaban su recitación no lo concebían como un ‘libro’ –ya que no se recopiló en forma de libro sino varias décadas después de la muerte del Profeta– sino, más bien, como ‘escritura divina’ o ‘revelación’, dado que el sustantivo kitab se deriva del verbo kataba (‘escribió’, o figuradamente, ‘ordenó’). Lo mismo puede decirse con respecto al uso coránico de este término referido a anteriores escrituras reveladas: ya que el Corán a menudo resalta el hecho de que esas revelaciones anteriores han sido desvirtuadas en gran medida con el paso del tiempo, y que los ‘libros’ sagrados que se conservan no representan realmente las revelaciones originales. En consecuencia, la traducción de ahl al-kitab por ‘gentes del libro’ no resulta muy exacta y, en mi opinión, el término debería ser traducido como ‘seguidores de una revelación anterior’.”[1]

Según la tradición jurídica del islam medieval, esta consideración incluye a budistas, hinduistas, cristianos, mazdeístas, mandeos, judíos, sabeos y zoroastrianos[2]. En algún momento, incluso las ‘Enéadas’ de Plotino fueron consideradas como un libro revelado, y a Plotino como un profeta del islam[3]. Todos los pueblos del planeta han recibido, en algún momento de su historia, una revelación.

No ha existido comunidad en el seno de la cual no haya [vivido y] muerto un advertidor. (Corán 35: 24)

Existe un dicho del profeta Muhámmad según el cual los profetas (nabi) enviados a la humanidad fueron 124.000. Otro dicho afirma la existencia de 313 Mensajeros (rasul), es decir: que han sido transmisores de una Risala, de un Mensaje en forma de escritura. 124.000 profetas y 313 mensajeros son muchos, de modo que las posibilidades de rastrear vestigios de la Palabra de Al-lâh en los textos de los antiguos están abiertas. En todas las tradiciones ancestrales de la humanidad pueden hallarse vestigios de una revelación auténtica, que luego se ha ido transmitiendo de generación en generación[4].

El Corán afirma de si mismo que no es un Mensaje nuevo o diferente, sino la misma revelación enviada una y otra vez a la humanidad con una forma particular. Cuando el profeta Muhámmad inició la transmisión oral de la revelación, sus compatriotas le acusaban de repetir cosas antiguas:

Cuando se le leen Nuestros Signos dice: “¡Mitos de los antiguos!”. (Corán 83: 13)

En su rechazo de esta acusación, la tradición islámica ha afirmado que el profeta Muhámmad era analfabeto, y que por tanto no podía haber tomado el Corán de ninguna fuente escrita. El analfabetismo del profeta nos remite a la pureza de su corazón, no contaminado por conceptos, recipiente vacío para la palabra revelada[5]:

Y, ciertamente, esta [escritura divina] ha sido en verdad hecha descender por el Sustentador de todos los mundos: la fiel inspiración divina lo ha hecho descender sobre tu corazón, [Oh Muhámmad,] para que seas uno de los que predican en una lengua árabe clara. (Corán 26: 192-195)

Ante las acusaciones de estar copiando los ‘libros de los antiguos’, el Corán nos remite al fenómeno de la revelación: Palabra descendida directamente al corazón del siervo. Con esto, se admite el hecho de que el Corán recoge estos ‘mitos de los antiguos’. La expresión árabe usada es muy gráfica: asâtîru l-awwalîn: ‘historias de los primeros’. En efecto, se trata de una palabra primigenia, en el sentido de que no hay nada anterior a ella. Se trata de una Palabra antigua: kalâm qadîm, de la cual el Corán no es más que un recordatorio —innahâ tádzkira— de algo que ya había sido revelado antes. Así pues, no hay nada nuevo en el Corán:

Y, ciertamente, esta [revelación] se encuentra [también] en verdad en los libros antiguos de sabiduría. (Corán 26: 196)

Entre estos libros, el Corán cita reiteradamente la Tora y el Evangelio:

Él ha hecho descender sobre ti gradualmente esta escritura divina, que expone la verdad en confirmación de lo que está entre sus manos: porque es Él quien hizo descender la Tora y el Evangelio con anterioridad. (Corán 3: 3-4)

Así pues, el Corán no hace sino confirmar ‘lo que está entre sus manos’ (ma baina iadaihi) de la Tora y el Evangelio, del mismo modo que el Evangelio era una confirmación de ‘lo que está entre sus manos’ contenido en la Tora:

E hicimos que Jesús, el hijo de María, siguiera los pasos de esos [profetas anteriores] en confirmación de la verdad de lo que está entre sus manos de la Tora; y le dimos el Evangelio, en el que había guía y luz. (Corán 5: 46)

Desde el punto de vista coránico, todos los libros contienen la misma revelación con diferente forma. Existe un hadiz donde Muhámmad afirma: “Los profetas son hermanos e hijos de diferentes madres, pero su Dîn (religión) es uno” (recogido por Bujari y Muslim). Esto es lo que en el pensamiento islámico tradicional se conoce como wahdat-e-deen, la unidad de todas las religiones en el Uno. Para el creyente, la identidad se sitúa por encima de la divergencia, del mismo modo que la Unidad se sitúa por encima de la multiplicidad. Desde el momento en que el Corán nos exhorta a creer en todas las revelaciones anteriores, y menciona explícitamente la Tora y el Evangelio, debe estar absolutamente claro para todo musulmán y musulmana que rechazar que la Tora y el Evangelio son Libros revelados es rechazar el Corán. No importan las apariencias: según el Corán, el Mensaje en los tres casos es el mismo.

La convergencia del Corán con las revelaciones anteriores se explica porque la Fuente originaria de todos ellos no es palabra escrita. Con esto llegamos a la idea coránica de la Madre o Matriz del Libro[6]:

Hemos hecho un Corán en idioma claro y elocuente para que entendáis. En verdad está a salvo con Nosotros en la Madre del Libro. (Corán 43: 3-4)

Es decir: el Corán es una revelación descendida en árabe, en un idioma claro y elocuente, para ser entendida por las gentes de la Arabia del siglo VII. Pero la revelación matriz no humana permanece resguardada junto a Al-lâh. De este Libro Matriz, Al-lâh da en cada momento lo que quiere, y a quien quiere:

Al-lâh borra lo que Él desea y confirma lo que es su voluntad, con Él está la Madre del Libro. (Corán 13: 39)

Los diferentes mensajes transmitidos a través de nobles mensajeros son plasmaciones concretas en sus idiomas respectivos y en contextos precisos de esta revelación Matriz, resguardada junto a Al-lâh. Se trata de comprender que lo diverso es Uno, y aceptar al mismo tiempo la especificidad de cada vía como un todo. Lo que importa es seguir una revelación, ser fieles a algo que nos sobrepasa. Cada religión se configura hacia dentro como una cosmología, una práctica de adoración y una ética completa en si misma. El creyente de cualquier religión se debe enteramente a la tradición donde se inserta, y debe respetar completamente al otro. En consecuencia, es lógico que el Corán exhorte a los judíos a ser fieles a la Tora, como Palabra revelada:

Pero ¿cómo es que acuden a ti para que juzgues —cuando tienen la Tora, que contiene las preceptos de Al-lâh— y luego dejan a un lado [tu dictamen]? Esos tales no son [verdaderos] creyentes. En verdad, hicimos descender la Tora, en la que había guía y luz. En base a ella los profetas, que se habían so­metido a Al-lâh, administraron justicia a los seguidores del judaísmo; como hicieron los [primeros] hombres de Al-lâh y los rabinos, ya que parte de la escritura de Al-lâh había sido confiada a su custodia; y [todos] ellos dieron testimonio de su verdad. (Corán 5: 43-44)

Así pues, el Corán no alienta el proselitismo ni pide a los judíos que abracen el islam, sino que sean fieles a su propia tradición, según el ejemplo de sus maestros más antiguos. También exhorta a los seguidores de Jesús a seguir lo que dice el Evangelio:

Que los se­guidores del Evangelio juzguen de acuerdo con lo que Al-lâh ha revelado en él: pues quienes no juzgan en base a lo que Al-lâh ha hecho descender —¡esos, precisamente, son los perversos! (Corán 5: 47)

Se supone que también los budistas deben seguir sus escrituras o enseñanzas, como los hinduistas, taoístas, zoroastrianos, etc. Del mismo modo, los musulmanes debemos seguir lo que ha sido revelado para nosotros, que no es sino una confirmación de todo lo anterior, un recordatorio. No se pertenece en verdad a una religión sino se acepta íntegramente, aplicando todos sus preceptos en nuestra vida cotidiana, de la manera más fiel posible a lo que ha sido revelado. Esto es muy importante, pues nos preserva de la pantomima de una religión universal única y sin contenido positivo, reducida a una moral o a una creencia abstracta.

El Mensaje del Corán respecto al pluralismo religioso nos sitúa en la perspectiva de la ‘unidad trascendente de las religiones’ (wahdat-e-deen): diferentes en su forma, pero iguales en sus valores esenciales[7]. A partir de esta identidad ontológica de todas las religiones como provenientes de la misma Fuente, se hace absurda toda disputa religiosa. Sin embargo, mientras más nos alejamos de la Fuente más destacan las diferencias entre las religiones. Estas se deben al medio en el cual fue revelado este Mensaje universal y eterno, la revelación del principio Unitario que hay detrás de todo lo creado. Es en relación al marco cultural donde se dan las diferencias, con la consiguiente posibilidad de discutir, de denostar al otro, de oponer las propias creencias a las otras, etc. Ante esta posibilidad, el Corán establece la actitud que debe mantener el musulmán:

Y no discutáis con los seguidores de revelaciones anteriores sino de la forma más amable —a no ser que sean de los que están empeñados en hacer el mal— y decid: “Creemos en lo que se ha hecho descender para nosotros, y también en lo que se ha hecho descender para vosotros: pues nuestro Al-lâh y vuestro Al-lâh es Uno sólo, y a Él nos sometemos.” (Corán 29: 46)

Una y otra vez, el Corán dice lo mismo: todas las religiones vienen del Dios Único, y por tanto debemos creer en todas ellas. Hay que remitirse a Al-lâh como el origen de todo lo diverso, incluyendo las divergencias entre religiones. Entonces: ¿cuál es el motivo del pluralismo religioso? Una vez más, el Corán nos da la clave:

A cada uno de vosotros le hemos asignado una ley y un modo de vida [distintos]. Y si Al-lâh hubiera querido, cierta­mente, os habría hecho una sola comunidad: pero [lo dispuso así] para probaros en lo que os ha dado. ¡Competid, pues, unos con otros en hacer buenas obras! Habréis de volver to­dos a Al-lâh: y, entonces, Él os hará entender aquello sobre lo que discrepabais. (Corán 5: 48)

El sentido de la diversidad de religiones es poner a prueba al hombre en su creencia, y estimularlo a competir en buenas obras (hasanat). Sobre las discrepancias, solo se resuelven en Al-lâh. En otra aleya el Corán afirma que el motivo de la diversidad es propiciar el conocimiento mutuo entre los diferentes:

Os hemos creado a partir de un varón y de una hembra y os hemos hecho pueblos y tribus distintos para que os conozcáis unos a otros. Y en verdad que el más noble de vosotros ante Al-lâh es el que es más consciente de Él. (Corán 49: 13)

El más noble a los ojos de Al-lâh no lo es por ser miembro de una determinada confesión, sino por tener un grado mayor de conciencia de Al-lâh (taqua). Con esto, queda descartada la competitividad religiosa, en el sentido de tratar de demostrar que la propia religión es superior o está en la posesión de la verdad, y las otras extraviadas. Más bien, se trata de centrarse, desde la tradición a la que pertenezca cada uno, en la realización de hassanat, palabra que une en su raíz las ideas del Bien y la Belleza.

En el caso de encontrarse con polemistas, que nos quieren arrastrar a la disputa, el Corán nos previene y remite el juicio definitivo a Al-lâh:

Hemos asignado a cada comunidad formas de adoración [distintas], que deberían observar. Así pues, [Oh creyente,] no permitas que esos te arrastren a disputar sobre esta cuestión, sino llama [a todos ellos] a tu Sustentador: pues, ciertamente, tú estás en verdad en el camino recto. Y si [intentan] discutir contigo, di [simplemente]: “Al-lâh sabe bien lo que hacéis.” [Pues, en verdad,] Al-lâh juzgará entre vosotros el Día de la Resurrección sobre aquello en lo que discrepábais. (Corán 22: 67-69)

Volvemos siempre nuestra mirada hacia la Fuente, allí donde toda diferencia se evapora. Si aceptamos la variedad de tradiciones como un signo del poder creador de Al-lâh, ¿porqué discutir, entonces? Desde la perspectiva coránica de la ‘unidad trascendente de las religiones’, lo lógico sería que cada uno siga su religión, que cada comunidad aplique la sharia que le ha sido revelada, sin interferencias[8]. En última instancia, incluso ante aquellos que se muestran agresivos y niegan el derecho de los creyentes a regirse según sus convicciones, la actitud exigida es una actitud pacífica y humilde:

Los siervos del Compasivo son los que van por la tierra humildemente y que, cuando los ignorantes les increpan, dicen: “¡Paz!” (Corán 25: 63)

Humildad ante los otros, paz interior, conciencia de que todo tiene su origen en el Uno, realización de buenas obras, respeto hacia los diferentes. Esta es la actitud que debe observar el verdadero creyente frente a toda querella religiosa. En definitiva, mientras se le permita practicar su religión, el musulmán tiende a respetar las diferencias como un bien, y a dejar que las cosas sigan su camino:

Para vosotros vuestra adoración y para mí la mía. (Corán 109: 6)

Esta aceptación de la diversidad se extiende también a los ateos e, incluso, a los asociadores (mushrikún):

Y si alguno de aquellos que atribuyen divinidad a otros junto con Al-lâh busca tu protección, concédesela, para que tenga ocasión de escuchar la palabra de Al-lâh; y luego hazle llegar a donde esté seguro. (Corán 9: 6)

El Corán incluso conmina a los musulmanes a no insultar a los ídolos de los asociadores:

Pero no insultéis a aquellos [seres] a los que invocan en lugar de Al-lâh, no sea que por despecho insulten ellos a Al-lâh, sin tener conocimiento: pues hemos hecho aparecer gratas a cada comunidad sus propias obras. (Corán 6: 108)

Todo esto tiene su base en que la idea de “imponer la fe” es absurda:

No cabe coacción en asuntos de fe. (Corán 2: 256)

Todo depende de lo que sucede en el interior de cada uno, y solo Al-lâh puede suscitar la creencia:

Y [así es]: si tu Sustentador hubiera querido, ciertamente todos los habitantes de la tierra, absolutamente todos, habrían creído: ¿piensas acaso que podrías tu obligar a la gente a creer, cuando ningún ser humano puede llegar a creer sino es con la venia de Al-lâh, y que es Al-lâh quien impone la inmunda lacra [de la incertidumbre] a aquellos que se niegan a usar la razón? (Corán 10: 99-100)

La aceptación de la revelación es una posibilidad que no puede ser impuesta:

¡Pero no! Es un Recordatorio —quien quiera, que recuerde— que está en páginas veneradas. (Corán 80: 11-13)

Rechazar la revelación es una posibilidad humana, ante la cual es creyente no tiene nada que decir[9]. En consecuencia, el Corán también nos conmina a dejar en paz a aquellos que rechazan la revelación:

Y di: ‘La verdad [viene] de vuestro Sustentador: así pues, quien quiera, que crea, y quien quiera, que la rechace’. (Corán 18: 29)

En definitiva, podemos resumir la visión coránica del pluralismo religioso:

•       El Corán afirma que Al-lâh ha enviado profetas a todos los pueblos, en todos los idiomas.

•       El Corán afirma que todas las religiones reveladas son vías de salvación legítimas.

•       El Corán afirma que no existe diferencia de rango entre los profetas.

•       El Corán llama a los cristianos a regirse por las enseñanzas de Jesús, y a los judíos por lo revelado en la Torah.

•       El Corán llama a los musulmanes a seguir todas las revelaciones anteriores.

•       El Corán afirma que lo importante no es la adscripción nominal a una religión sino las buenas obras, la conciencia de Al-lâh y la pureza de corazón.

•       El Corán llama a los creyentes a no caer en disputas estériles, sobre la base de que todas las religiones vienen de Dios, y Él se resolverá toda diferencia.

[1] Asad, Muhámmad. El Mensaje del Qur’án. Introducción, p. viii

[2] Véase: Seyyed Hosein Nasr. El Islam y el encuentro de las religiones, Sufismo vivo, pp.155-192.Sobre las relaciones entre el islam y las religiones orientales: Abdennur Prado, Al oriente del islam. http://www.webislam.com/numeros/2002/178/temas/oriente_islam.htm

[3] Esto es lo que nos dijo el erudito musulmán Mahmud Ayub en una conversación privada.

[4] Como anécdota, uno de los musulmanes europeos más conocidos del siglo XX (Frithjof Schuon) encontró entre los indios norteamericanos la ‘religión primigenia’, siendo adoptado en 1959 por la tribu de los Sioux y recibió su nombre de Alce Negro. Véase: F.Scuon. El chamanismo de los indios pieles rojas. http://www.sophia-perennis.com/espagnol/chamanisme.htm

[5] Sobre el ‘analfabetismo’ del profeta: El Profeta ummi: ¿Sabía Muhámmad leer y escribir? Ayatullah Murtaza Muttahari. http://www.webislam.com/?idt=2708

[6] Sobre este concepto véase: Oscar Freire, El simbolismo del Libro.

[7] Véase: Frithjof Schuon, De la unidad trascendente de las religiones, ed. Olañeta.

[8] Escribe Frithjof Schuon: “Al hablar de ‘unidad trascendente’ queremos decir que la unidad de las formas religiosas debe ser realizada de una manera puramente interior y espiritual, sin ser traicionada por ninguna forma particular. Los antagonismos de estas formas no perjudican más a la Verdad una y universal que los antagonismos entre los colores opuestos o a la transmisión de la luz una e incolora.” (De la unidad trascendente de las religiones).

[9] Frithjof Schuon: Rechazar o aceptar la Revelación.

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