Autor: Paigham Mustafá, Traducido por Xavier Jimenez para Red Coran con la autorización de su autor.
[3:79] Nunca un ser humano a quien Dios bendijo con Su guía y la ley, y lo designó como enviado, diría a ningún pueblo: "Sírvanme, tengo autoridad igual a Dios". En lugar de eso, decía: "Dedíquense absolutamente al que los sostiene, y síganme sólo de acuerdo con esta guía que les enseño y observen todo lo que aprendan de ella".
[3:80] Tampoco te ordenaría idolatrar a los malaika y a cualquier mensajero como autoridades para rivalizar con Dios. ¿Los exhortaría a no creer después de convertirse en sumisos?
[3:81] Y cuando Dios hizo un pacto con Sus enviados, diciendo: "Te daré la guía y la ley. Después vendrá un mensajero para consumar toda la guía de Dios. Creerás en él y lo apoyarás". Él dijo: "¿Estás de acuerdo con esto y te comprometes a cumplir esta promesa?" Ellos respondieron: "Estamos de acuerdo". Él dijo: "Tú has dado testimonio y yo doy testimonio contigo".
[3:82] A partir de entonces, aquellos que rechazan esto son en verdad transgresores.
[3:83] ¿Están buscando otra cosa que el Deen de Dios; el Orden establecido, cuando todo en los cielos y la tierra se haya sometido a Él voluntariamente y bajo la condición de Su ley y a Él finalmente serán devueltos?
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Un rasgo común entre la gente es idolatrar a los mensajeros y darles un estatus exaltado por encima de lo que Dios ha permitido. Esto culmina cantando sus alabanzas, celebrando su cumpleaños, siguiendo tradiciones inventadas que se les atribuyen y tratándolos como intercesores, en realidad idolatrándolos y dándoles un papel más allá del que les ha sido designado. Esto es shirk, una traición y un crimen.
Ver versículos 9:1-10; 12:106.
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