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Writer's pictureRed Corán

La unidad entre creyentes

Autor: Abdulmalik Moreno

Uno de los grandes puntos de conflicto entre los creyentes es la idea de unidad de la comunidad islámica (Ummah) la cual debe andar cogida de la mano con una de ellas en el oriente y otra en occidente repartiendo justicia con políticas que liberen a la humanidad de la tiranía, nada más alejado de nuestra realidad actual. El hombre es precipitado nos dice Quien nos creó, vivimos en un mundo de precipitación donde todo tiene que ser, ya! y no hay tiempo para más.

Nuestra vida está dominada por las agujas del reloj que corren a una velocidad que no nos permite ver que para que llegue el atardecer todo lo que transcurre antes de él es igual de necesario. Se pide a gritos la unidad y quizás por ello no se entienda, se usa la misma fatídica táctica que usan los de derechas y los de izquierdas, los de un equipo y los de otro donde la actitud se torna hostil y la brecha es cada vez mayor por querer imponer a modo de tirano, una opinión sobre otra aunque ésta no sea propia, a la vez que se clama urgentemente la unidad para que se haga justicia del maltrato que reciben otros que están mucho más lejos de lo que lo ha estado aquel a quién no se ha mostrado tal compasión por el hecho de pensar de manera distinta. Como si lo importante fuesen las grandes causas y éstas tienen que ser ya!, tratando de cargar un trofeo por lo bien que lo hacen los del grupo al que yo pertenezco, y para colmo y mayor pena, cuando se habla de los grandes logros de lo que el Islam ha aportado a la humanidad se hace hablando de siglos atrás porque desde hace siglos no hay logro que mostrar, pretendiendo que aquello que se truncó hace cientos de años deba corregirse de inmediato.


Se culpa a tal o cual país de ser unos tiranos a la vez que se tiraniza a quien no pertenece al grupo propio con lo que hay una evidente incoherencia entre lo que anhelamos y cómo nos comportamos, una dicotomía que quiebra la armonía que requiere la unidad y que no se encuentra en el exterior sino en nuestra propia naturaleza. La precipitación nos lleva a querer las cosas ya!, de repente queremos que llegue el viernes o el domingo, esperamos que tal fecha nos solucione las cosas al igual que lo hacemos esperando que llegue el Mahdi, Isa Ibn Maryam o un gobernante justo.


Todas estas cosas tienen la mirada en que Islam es algo que tiene que ver con gobiernos justos, con califatos salvadores de la tiranía pensamiento éste compartido con las otras dos grandes religiones donde el judaísmo espera desde hace unos miles de años la llegada del Mesías y los cristianos la segunda venida de Cristo, ambos para solucionar los problemas sociales en los que nos encontramos.


Por lo tanto nos encontramos ante una incoherencia en nuestros adentros que por una parte nos hacen precipitarnos y por otra nos consuela en la espera y mientras esperamos impacientes el atardecer, la mañana y la tarde discurren sin que le prestemos la importancia que tienen para que ese ansiado atardecer acabe apareciendo. Y así es en gran parte la vida de la mayoría de seres humanos, incapaces de vivir un presente que le permita formar parte de él, deseoso de lo que no tiene y por tanto ingrato de aquello que posee.


Si observamos la historia y leemos los signos que nos trae nos daremos cuenta que existe un orden evolutivo con infinidad de ciclos que se han ido cerrando a la vez que otros se abren, que todo precisa de un tiempo que no precisamente es el nuestro en el sentido del que imponemos por obcecación sino que ese tiempo tiene su propio ritmo. Vemos que tuvieron que pasar 1300 años para que Escandinavia dejase sus ídolos para abrazar el Mensaje del Mesías y otros muchos siglos han tenido que pasar para que sus políticas sean lo más acorde a la visión que éste les ha concedido a través de la Consciencia que han ido adquiriendo y pasando de padres a hijos, y que pesar de declararse países laicos es evidente que el Mensaje que guarda el cristianismo ha dejado grandes avances en la mentalidad escandinava.

Lo mismo ocurre en el continente americano donde tuvieron que pasar quince siglos hasta que sus habitantes se desentendiesen de dioses creados por ellos mismos. No vamos a entrar en los detalles del cómo se llevó el Mensaje a esas y otras tierras puesto que lo que nos interesa es el ritmo de ese tiempo el cual nos indica que a diferencia de nuestra precipitada naturaleza, tiene un tempo que está más allá de nuestras posibilidades y que nuestras pretensiones de marcarle el ritmo son inútiles a menos que nos sintamos parte de ese propósito aprendiendo de lo que trascurre mientras nos llega el atardecer.


No sólo en términos religiosos el mundo ha tenido que esperar siglos hasta llegar a los confines de la Tierra sino también para obtener grandes beneficios en cuanto a sanidad, infraestructuras y otros grandes logros que se han ido cociendo a lo largo de siglos.


Hace exactamente setenta años los humanos perdieron nada menos que setenta millones de ellos a manos de otros de su misma especie matándose entre sí, y hoy, hay ciudadanos de todas las nacionalidades viviendo libremente en infinidad de países, cosa impensable hace tan sólo unos pocos siglos atrás.


Nuestra vida marcada por las agujas del reloj donde todo es precipitado, sin tiempo para nada más que el deseo de que ese tiempo pase a la vez que se está dominado por esas ansias de que todo deba ser ya! No hace más que mostrar la veracidad de que esta vida es distracción pero no sólo en lo que a ocio se refiere como hacen los moralistas sino que distrae de algo mucho más importante que es el hecho de formar parte de un propósito Divino al cual debemos entregarnos y para ello es necesario ver que esas agujas cursan un tiempo que nos es precioso y preciado en el cual no hay tiempo de espera sino una oportunidad de subirse a la cresta de la ola siendo parte activa, un engranaje que facilite ese propósito.


El pensamiento de unidad de los creyentes en forma de que todos y cada uno de ellos deba dirigirse hacia una misma dirección en temas políticos es utópico y fuera de la realidad que hasta día de hoy la historia nos ha mostrado donde creyentes han enfilado armas contra otros creyentes creyéndose unos mejores que otros y por tanto quebrando una y otra vez esa unidad. Hoy esas espadas son la dialéctica de insultos sostenidos por la soberbia de quien se cree en posesión de la verdad siendo el resultado más de lo mismo, una brecha cada vez mayor aunque esto no ocurre tan sólo con los creyentes sino que es una corriente que se observa en todos los frentes políticos y sociales.


No pide Dios a los hombres algo que no puedan llevar a cabo, no carga Dios con algo que no pueda ser cargado, y lo que pide una y otra vez está lejos de esas pretensiones y no es otra cosa que unir a los que están próximos a nosotros. Esa visión globalista impide ver cuál es el foco en el que debemos vemos centrarnos, esa ansiedad por impartir justicia en determinados territorios donde se violan una y otra vez los derechos fundamentales nos nubla el terreno donde sí es posible que actuemos con justicia.

Cuantas veces nos habremos lamentado al ver la hambruna que se cierne en ciertos territorios y cuantas veces nos hemos ocupado de que nuestros vecinos no la pasen, esa es la pregunta de debemos hacernos siendo conscientes de nuestras posibilidades, puesto que si nos es imposible llevar alimento a los habitantes del cuerno de áfrica sí lo es llevarla a nuestros conciudadanos, a aquellos que conviven con nosotros en un territorio donde crece y se desarrolla nuestra vida y la de nuestros descendientes.


En uno de los grandes Hikam que nos ha legado shaij Ibn Atail-lah de Alejandría nos dice lo siguiente; La esperanza sin acción es capricho. Por lo que no estaría de más observarnos detenidamente tratando de discernir cuánto de capricho hay en nuestras esperanzas, cuán fuera de nuestra realidad se haya aquello que anhelamos y cuanto de ella se nos escapa en nuestra realidad cotidiana por querer enfrentarnos a algo que nos supera. Cuanta distracción nos aporta esa mentalidad califal, esa idea de unir a los creyentes de manera política al igual que hacen los de izquierdas y derechas o los liberales que pretenden todos ellos crear una civilización justa a base de ideales que como un castillo de naipes se quiebra una y otra vez.


No hay duda de que Dios tiene un plan, un propósito y que todo se encamina a su cumplimiento, cada época es un eslabón que se traza, una pieza más del puzzle que acabará de la siguiente manera;

Dios ha decretado: “¡Ciertamente, venceré, Yo y Mis Mensajeros!” ¡Realmente, Dios es fuerte, todopoderoso! (58:21)


En cuanto a la referencia de Mis Mensajeros y a la luz que desprende el Corán al referirse a gentes de Escrituras anteriores queda claro que no es que una religión acabe siendo la predominante sino el Mensaje común que guardan todas ellas será el que triunfe, es decir, ese núcleo común del cual se desprende toda Revelación y que progresivamente se va instalando en la consciencia humana.


Si le preguntamos a cualquier cristiano aunque no practique qué es lo que le ha quedado grabado del mensaje de Jesús acabará diciendo eso de; Amar a vuestro prójimo como así mismos, y lo mismo dirá el judío aunque éste lo reduzca a los que son de su propia gente. Hay algo chocante en el Corán en cuanto a que todos los profetas han dicho; No os pido retribución alguna por transmitir el Mensaje, y en cambio en cuanto esas mismas palabras se ponen en boca del Mensajero Muhammad se añade; No os pido retribución por transmitir el Mensaje sino (il´la) que améis a vuestro prójimo. Y esto es lo que guardan en relación las Revelaciones a pesar de haber sido manoseadas por el hombre.


No es una unión política la que es necesaria sino una unión humana sustentada sobre valores firmes que todos y cada uno de nosotros poseemos ya que en nuestra naturaleza se encuentra el discernimiento entre lo que realmente es justo y lo que no lo es. Seguir las enseñanzas de los Mensajes, cada uno el suyo porque en todos ellos el Mensaje prevalece, porque éste es sencillo y práctico.


No es nuestro terreno de actuación aquel que está a miles de kilómetros sino aquel donde nos encontramos. Nuestro campo de acción no es otro que aquel donde nos desenvolvemos en nuestra vida cotidiana y si queremos que haya justicia en el mundo para que no haya opresión debemos establecer esa justicia en nosotros mismos y en nuestro entorno.


El Generoso Corán es una Revelación para el ser humano, para cada uno de ellos (nosotros) para que se conduzca en esta vida con Consciencia de un Ser Creador del cual está absolutamente necesitado para que ello le haga vivir con equidad distribuyendo de esa manera los dones de los que ese Ser le va proveyendo para que fluya como lo hace Él al proveernos. ¿Acaso no han de fluir los vientos, los vapores y la lluvia que cae del cielo, no ha de fluir en la tierra para que ésta germine de manera fluida nuestro alimento?, ¿no es necesario que fluya en nuestros cuerpos la sangre que hace que todos los órganos reciban a través de ella lo que es necesario para nosotros?, ¿No son esto signos de que todo aquello que nos sustenta debe fluir para armonizarse en la Unidad?


Es en el ser humano, en su conducta y en sus hábitos donde recae la responsabilidad social y no en ideales. La prueba es al ser humano y no al colectivo, las cuentas van aparte y nadie carga con lo que no le es propio y de ahí la insistencia una y otra vez de adquirir taqwa, esa consciencia que nos muestre las bondades y los límites en aquello que hacemos en cada momento.


La adquisición de buenos hábitos junto con una noble conducta es básicamente lo que subyace de esas llamadas a gastar a favor de otros incluida la paciencia y el perdón. Aquella otra parte, aquella que trata de tomar la otra vía es la que nos infunde temor a tener menos si damos y que no es sino un enemigo declarado.

El entorno donde vivimos cada uno de nosotros es el lugar donde establecer esa justicia y esa equidad dando el derecho que tiene el cercano, es decir, la familia, los vecinos, los amigos, la comunidad a la que se pertenezca y así hasta donde se llegue, hacer del lugar donde vivimos un lugar donde poder vivir libremente, donde las necesidades se solventan en ese mismo entorno donde el fluir de esos nobles hábitos lo hace fácil.

Leí de un hombre sabio que nadie es tan rico que no necesite de una sonrisa. Pues de eso se trata, de darlo todo de la manera más noble.


¿Hay algo mejor que pueda unir a los seres humanos que su entrega incondicional entre ellos, buscando únicamente lo que es mejor y más duradero?



بسم الله الرحمن الرحيم


CONSIDERA las horas de resplandor matinal, (1) y la noche cuando se torna quieta y oscura. (2) Tu Sustentador no te ha abandonado, ni desdeñado: (3) ¡pues, en verdad, la Otra Vida será mejor para ti que esta primera [parte de tu vida]! (4) Y, en verdad, tu Sustentador habrá de darte [cuanto tu corazón desea], y quedarás satisfecho. (5) ¿No te encontró huérfano, y te amparó? (6) ¿Y no te encontró perdido, y te guió? (7) ¿Y no te encontró necesitado, y te dio lo suficiente? (8) No seas, pues, injusto con el huérfano, (9) y al que busca [tu] ayuda no le rechaces, (10) y proclama siempre las bendiciones de tu Sustentador. (11) Ad Du`ha 93

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1 Kommentar


Guiado López Molina
Guiado López Molina
29. Aug. 2020

Salud y buenos alimentos


Quizás no sea pedagógico y esté cayendo en el error que advierte el señor Moreno (pretender que el atardecer llegue antes de lo de­bido) pero empiezo a desgranar y resaltar los siete puntos del comienzo del artículo, el cual empieza construyendo la casa por los cimientos y no por el tejado, manía habitual de no pocos musulmanes.

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Abdulmalik Moreno: «...la idea de la ummah que debe andar cogida de la mano, con una de ellas en oriente y otra en occidente re­par­tiendo justicia con políticas que liberen a la humanidad de la tiranía: nada más alejado de nuestra realidad actual»

Primer punto: Contradicción tremenda entre la demanda de unidad de los musulmanes y…


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