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  • Writer's pictureRed Corán

Yihad, No Es Guerra Santa?




Hace pocos días me encontré en internet con un par de mensajes publicados por unos hermanos musulmanes en los que se leía el “hashtag” Yihad-No-Es-Guerra-Santa. Trataban sobre una noticia que ya tiene algunos años, pues hacían referencia a la vigésimo tercera edición de la Real Academia Española (RAE)

En dichas publicaciones se expresaba la indignación que provocaba entre los hermanos la definición que la academia daba (y sigue dando a finales del 2019) de un término de sobra conocido por musulmanes y no musulmanes.


RAE incluye el término YIHAD, y lo define como “Guerra santa de los musulmanes”

En aquella época (2014-2016?) se hizo una petición desde change.org para intentar eliminar la mal definida palabra. Pero no hubo éxito. Si hoy consultamos el término, la definición de “Guerra santa de los musulmanes” no se ha movido del lugar.


Pero, ¿qué tiene de especial esta historia? A mí no me sorprende lo que persigue la academia cuando incluye y define el término “yihad” en su diccionario; lo que me llama la atención son los argumentos que utilizan los musulmanes para elaborar su reclamación. Y como esos argumentos son el reflejo de lo que piensan la mayoría de musulmanes, que no se entienda esta breve reflexión como una crítica u ofensa hacia quienes realizaron tan noble petición. Allah los bendiga por su “esfuerzo”.


-La petición desde change.org


El texto en cursiva pertenece al original de la petición.


Todos los musulmanes y todos los hablantes de árabe en todo el mundo, saben que la palabra Yihad significa literalmente "esfuerzo" y nada tiene que ver con el significado que ha definido la RAE. Porque "YIHAD" no significa “guerra”.


Hace 20 años que soy musulmán. He recorrido muchos países en los cuales he tenido la suerte de encontrarme hermanos de todos los lugares del mundo, lo que me ha permitido conversar con gran cantidad de sunnitas, shiitas, sufies, conversos, medio ateos, etc. La gran mayoría eran árabes, algunos de zonas como Irak, Jordania o Arabia, es decir, de lugares en los que la “lengua árabe” se habla correctamente. Y cuando se les mencionaba el tema del yihad, TODOS sin excepción alguna relacionaban el término con GUERRA.


Esos sí, jamás encontré quien entendiese yihad como una guerra para conquistar o islamizar el mundo. Es cierto que existe quien lo piensa, ya se encarga la tv de mostrárnoslos. Pero yo no he podido escuchar esas afirmaciones cuando he conversado con los musulmanes. Y en dos décadas he intimado con muchísimos de ellos.


Si bien yihad no significa literalmente “guerra”, sí se entiende como tal. De hecho, me encontré que todos coincidían en que se trata de una acción totalmente justificada, pues forma parte del Islam que se establece desde el Corán y la tradición.

Pero, ¿qué entienden los musulmanes como yihad? Yo no lo sé. Únicamente puedo exponer lo que dice el Corán al respecto:


-el objetivo de la yihad es ayudar a quienes están siendo atacados u oprimidos con crueldad.

-nunca se pueden iniciar las hostilidades contra ningún pueblo o nación, solo contestar a sus ataques.

-esta prohibido matar o atentar contra gente pacífica o indefensa. Quien lo hace, no es musulmán.

-siempre se deben respetar los llamados “derechos humanos”, ya que el abuso de cualquier tipo ha sido prohibido por Allah.

-el yihad debe detenerse tan pronto como el enemigo cesa de atacar.


En pocas palabras: aquello que cualquier pueblo o nación del mundo entiende como el derecho natural a defenderse del enemigo, en el Corán tiene el nombre de yihad.

La única diferencia es que los musulmanes tienen prohibido todas aquellas acciones que se cometen con total impunidad durante el transcurso de una guerra convencional: violaciones, torturas, masacres de inocentes, apropiación de los recursos naturales, etc.

Esto se debe a que el Corán deja bien claro que quien comete ese tipo de actos puede que logre evadir el tribunal de los hombres, pero no el de Allah en el Día del Juicio. Y ese temor, para algunos musulmanes, ya es motivo suficiente para interpretar la yihad como algo que pone en juego su propia “santidad”.


Además el término "guerra santa" proviene de la época de las cruzadas. Por lo tanto no pretendan endosarnos dicha definición. ¿Cómo es posible que "traduzcan" un término proveniente de una lengua adjudicándole tal definición cuando desde dicha lengua no existe tal concepto? En el Islam no se conoce esta "guerra santa".


El término yihad siempre se ha relacionado a la causa de Allah, es decir, a la defensa de quienes están siendo agredidos injustamente. Eso lo sabe hasta un converso que lleva 2 semanas en el Islam. Incluso algunos van más allá y definen el término yihad como “guerra sagrada”, pues interpretan que la sangre de toda persona inocente es sagrada a los ojos de Allah.


Resaltar también que las distintas formas de entender yihad son anteriores a la época de las cruzadas. De hecho, son tan antiguas como las colecciones de dichos atribuidos al profeta.


Es cierto que la expresión “guerra santa” no aparece en todo el Corán. El único Santo es Allah. Ahora bien, el argumento de que “no se puede adjudicar tal definición a un concepto que no existe” no tiene ninguna validez, pues todos sabemos que en el Islam se adjudican definiciones que no guardan relación alguna con el concepto del término. Un ejemplo es el “zakat”, al cual se le adjudica la definición de “impuesto anual obligatorio” cuando en realidad su raíz no tiene absolutamente nada que ver con ese concepto. Y sin embargo, nadie se atreve a contradecir este “tercer pilar del Islam”.


Pero ¿por qué no preguntan a expertos en vez de tergiversar?


Pero, ¿quienes son los expertos? En el Islam tradicional, los expertos son los ulema. Y cualquier musulmán, sin importar a que grupo pertenezca, sabe de sobra que todos los ulemas (de ayer y hoy) explican que existen dos tipos de “Yihad”: el de la GUERRA contra el enemigo (yihad menor) y el de la lucha personal contra todo lo que representa el mal (yihad mayor). La última se considera más importante que la primera. Pero una no excluye a otra. Esto lo confirma la tradición, la cual contiene una gran cantidad de relatos que mencionan explícitamente el término yihad en los dos sentidos aquí expuestos.


La RAE no está tergiversando nada, simplemente está expresando un concepto que resuena en la mente de todos los musulmanes del mundo.


El término "jihad" tiene origen en el verbo "jahada", y cubre un amplio campo semántico en la lengua árabe, siempre ligados al concepto de comportamiento moral tendente a conseguir un objetivo noble, legitimado y reconocido como tal por la ley y el derecho, siempre conforme a los principios éticos que rigen el mundo civilizado. Entre los significados más ilustrativos de la palabra "jahada" y sus derivaciones (jihad, ijtihad, juhd, etc.) se encuentran:

- Esforzarse para lograr el bien común. - Afanarse, trabajar o hacer diligencia con afán, entregarse a una actividad con todo el interés y la energía necesaria para cumplirla a la perfección. - Defender el derecho legítimo con medios legales. - Luchar por el desarrollo, por la promoción de los valores supremos reconocidos a nivel global, por el bien familiar y social. - Defender el honor, la vida, la propiedad y los intereses nacionales legítimos. - Y por supuesto, esforzarse a luchar contra nuestras imperfecciones, esforzarse a luchar contra nuestros egos, ignorancias, fobias, pasiones mundanales (añadido personal).


Todo esta información es correcta. Personalmente, prefiero la definición de “Jihad” como “trabajo extremadamente duro” en lugar de “esfuerzo”, pues las acepciones que aparecen en los antiguos léxicos están vinculadas principalmente a “labores que provocan extenuación”.

De todos modos, poco importan estos detalles a los seguidores del Islam. Todos los musulmanes (a excepción, literalmente, de unos poquitos) prefieren que sean otros quienes “queden extenuados” por el estudio de cualquier cosa que tenga que ver con la religión. Resulta más cómodo dejar el esfuerzo a los ulemas mientras se alega no poseer el conocimiento necesario para entender un Libro como el Corán.

Ahora bien, lo más triste es que cuando esos ulemas establecen por unanimidad que la yihad sí hace referencia explícita a la guerra, en ese momento se les abandona diciendo que no comparten su forma de entender la religión. Dicho proceder solo cabe en una de estas tres categorías: hipocresía, ignorancia o miedo.

Sinceramente, es difícil concebir que una persona que dice vivir por y para su religión no sea capaz de hacer el “esfuerzo” de estudiar media hora al día para intentar comprender qué nos está diciendo el Corán. Uno se pregunta si los musulmanes piensan que Allah envió un libro de acertijos o de complicadas fórmulas metafísicas para que solo unos pocos iluminados pudiesen entenderlo. No importa la capacidad intelectual de cada uno, todos podemos leer y comprender el Corán; si bien es cierto que a mayor bondad e inteligencia del estudiante, mayor será el conocimiento que se extraiga de él.

Y no se entienda “estudiar” como leer o memorizar textos sin comprender ni una sola palabra de lo que se está diciendo, pues estudiar implica, en este caso, reflexionar sobre aquello que se nos intenta comunicar.

Los musulmanes somos gente de paz y no realizamos ni apoyamos ningún tipo de agresión física o verbal.


Totalmente cierto. En 20 años nunca encontré a un solo musulmán que estuviese de acuerdo con los actos terroristas, la muerte de inocentes o la imposición forzada de la religión. Es más, cuando en ocasiones pregunté de forma directa a alguno de ellos si sería capaz de lapidar a alguien o de matar a un homosexual, todos sin excepción me contestaron con un NO rotundo.

Es cierto que existen criaturas capaces de lapidar o quemar viva a una persona, e incluso comérsela a pedazos; pero si observamos las zonas del mapa donde se siguen llevando a cabo estas atrocidades, comprobaremos que el horror no se limita a lugares donde habita “la gente del islam”.


En el Corán, el Libro revelado a la toda la humanidad como guía, Dios ordena al musulmán adquirir una excelencia en su comportamiento ético y moral. La moral islámica descansa sobre valores tales como la paz, la tolerancia, la misericordia o la compasión.


Una vez abandonados los ulema y la “tradición” que tanto compromete en estos casos a los musulmanes, ahora ya se puede argumentar que es “en el Corán” (es decir, el Libro de Allah) donde aparecen descritos valores tales como la paz, la tolerancia, la misericordia o la compasión. Sobre ellos, se asegura, descansa la “moral” islámica.

De un plumazo ha desaparecido todo aquello que no es el Corán. Reflexionemos sobre este asunto.


Curiosamente, la definición de la RAE coincide solo con la opinión de los terroristas y con los que usan mal esta palabra para justificar actos con fines políticos e islamófobos, es decir todos aquellos que no han realizado un estudio sobre el auténtico Islam. Es una injusticia para el Islam y daña nuestra imagen como musulmanes. Ante tal inmenso error, exigimos a la RAE que elimine inmediatamente la palabra YIHAD. También se debe eliminar la definición de "Guerra Santa de los musulmanes". Lo contrario sería un claro signo de islamofobia ante la gran comunidad de musulmanes en todo el mundo que confunde, incita al odio y pretende destruir la buena convivencia.


Ahora se está llamando “terroristas” a quienes opinan que el término yihad está relacionado con la guerra “santa”; es decir, todos los musulmanes del mundo son terroristas. De nuevo, la culpa es para los ulemas, que ahora son acusados de no haber realizado un estudio sobre el “auténtico” Islam.

Sí, estamos hablando de esos mismos ulemas que siguen a pie juntillas siempre y cuando no aparezca un dedo que los acuse de “simpatizantes”.

Esto, solo tiene un nombre: Islam “a la carta”.


No es la RAE la que comete injusticia, ni tampoco la que confunde, incita al odio o pretende destruir la buena convivencia. El problema es que “la gran comunidad de musulmanes de todo el mundo” siga aceptando (cuando le interesa) preceptos religiosos elaborados a partir de tradiciones que contradicen el mensaje del Sagrado Corán. Todos sabemos de sobra que la tradición islámica contiene relatos en los que se mencionan masacres, torturas, proezas sexuales y toda una serie de burlas y calumnias hacia el Islam y su Profeta. Sepan pues que si la opinión de los ulemas compromete a los musulmanes es debido a que éstos transmiten o establecen soluciones para el mundo musulmán de acuerdo al conocimiento que les proporcionan aquellos relatos.


Por tanto, mientras los musulmanes no se decidan a revisar toda la literatura islámica a la luz del Libro de Allah, seguiremos inmersos en la incongruencia, la conjetura y los malentendidos. Yihad no será la última palabra que la RAE registre. Las artimañas de los medios de comunicación no cesaran. Y el odio hacia todo lo musulmán, tampoco.

Dejemos pues de hacer pataletas y reflexionemos qué se puede hacer.


-La necesidad de realizar un “esfuerzo”


En realidad, la definición de Yihad como “Guerra santa de los musulmanes” no representa el más mínimo problemas para el mundo islámico si se compara a las devastadoras definiciones que los propios musulmanes dan a su términos religiosos.

Por ejemplo, desde un punto de vista semántico, el término “subh” (interpretado por todos como “glorificar”) nace de una raíz que posee el sentido básico de: “esforzarse al máximo y de forma continua para alcanzar un objetivo”.

Como bien nos muestran los léxicos, las acepciones que surgen de dicha raíz señalan esfuerzos físicos e intelectuales; tanto es así, que el conocido acto de “glorificar” tiene un sentido secundario. Por ello, cuando el Corán llama a “glorificar” nos está pidiendo dos tipos de esfuerzo en una misma acción: cumplir con los preceptos coránicos mientras recordamos a Allah y Sus atributos.

Aún sabiendo esto, nadie levanta la voz para pedir explicaciones sobre por qué todos aquellos lugares del Corán donde aparece la expresión “glorificar a Allah” no se interpretan desde su concepto básico.

Pero, ¿por qué sucede esto? La respuesta es sencilla: es más fácil recitar una serie de consignas después de rezar que atender las necesidades de quienes, perteneciendo a “la gran comunidad de musulmanes de todo el mundo” sufren y pasan hambre a diario.

Lo mismo ocurre con el término “sabr” (interpretado por todos como “paciencia”), cuya raíz en árabe tiene el sentido básico de “esforzarse continuamente para llegar a un objetivo”. Aquí tampoco escuchamos queja alguna sobre cómo el significado secundario de “paciencia” se ha establecido entre los musulmanes como sinónimo de “conformismo” e incluso “fatalismo”.

Bastaría interpretar todas las referencias coránicas donde aparece el término “paciencia” como “esfuerzo continuo por materializar los preceptos de Allah”. Solo con eso ya estaríamos en el camino de alcanzar el desarrollo y prosperidad que el Libro ha prometido en esta vida a quienes siguen el camino recto.

Pero, ¿por qué no se hace? La respuesta también es muy sencilla: esforzarse por todos los medios en llevar a cabo la orden de Allah resulta más difícil que quedarse de brazos cruzados intentando autoconvencernos de que esta vida es una cárcel para el creyente.

Y nadie está negando aquí el significado secundario del término “sabr”, pues es evidente que para realizar tan duro “esfuerzo” se necesitan grandes dosis de “paciencia”.

Podríamos citar tantos ejemplos como términos aparecen en el Sagrado Corán.


Para finalizar, decir que todos y cada uno de los aspectos negativos que los no musulmanes señalan sobre la religión islámica nacen de la tradición o la opinión de los ulema. Si nos fijamos, cada vez que algún académico expone un versículo coránico como prueba de la esencia maligna que posee el Islam, lo hace siempre apoyándose en alguna interpretación basada en la tradición o la opinión de algún ulema, ya que desde el Corán y la lengua árabe es imposible apoyar absurdos de ese calibre.


En lugar de utilizar a los ulemas a nuestra conveniencia, más nos valdría animarles a realizar una revisión completa no solo de los términos coránicos, sino de la religión islámica en su conjunto. Una vez completada, seríamos capaces de detectar y rechazar todo aquello que contradice las palabras del Sagrado Corán. Con ese movimiento se acabarían las críticas a la religión islámica, y de paso, el hambre y las desgracias de su nación.


Y si por algún motivo se negasen los ulemas a realizar dicha tarea, preparémonos entonces a vivir en nuestras propias carnes aquello que, según nos ha informado el Corán, debieron soportar los profetas que no tuvieron más remedio que establecer la orden de Allah en solitario o junto a unos pocos creyentes.


A los ojos de todo el mundo no somos más que una secta que prohíbe el alcohol y el cerdo, que obliga poner el hijab a las mujeres y que cuenta con una yihad para imponer todo aquello que se supone debería conseguirse a través de la buena intención y la inteligencia.


Dejemos a un lado la pereza y hagamos el “esfuerzo” por buscar y establecer la esencia del Mensaje Coránico. Nuestra religión debería ser reconocida como el estándar de la unidad, la justicia y las acciones constructivas para todo el conjunto de la humanidad. Eso es lo que nos enseña el Sagrado Corán, y eso fue lo que estableció nuestro amado profeta Muhammad.


Y Allah ha establecido que unos seamos la prueba para los otros.


La paz sea sobre todos vosotros.

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