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Éramos pocos y parió el racismo "morisco"

Autor: Guiado López Molina


¿MÁS RACISMO del que ya hay?


• Prácticamente todos los racistas, etnicistas o nacionalistas posmodernos (y digo casi todos para no decir absolutamente todos ellos) intentan justificar su racismo mediante el victimismo y acusando a todos los miembros de otras razas, etnias o nacionalidades de ser racistas con ellos.


• Es decir, hoy en día, todos los racistas se presentan como antirracistas... contra el racismo de "otras" identidades, pero nunca contra el racismo de su identidad.


• Y no sólo eso: los racistas se presentan como defensores de su identidad, de forma que quienes, formando parte de esa misma comunidad, critican "su racismo"... son acusados inmediatamente de "traidores", "renegados", "acomplejados", "cobardes"...


• Hable cualquiera de ustedes con supremacistas blancos (con aquellos con quienes puede hablarse, pues no pocos están más cerca de la naturaleza del alcornoque que del "homo sapiens"): o sueltan que «todas las demás razas son también racistas» o se parapetan tras consignas "antiglobalistas" que derivan, al final, con que «todos los demás son también racistas».


• Señalaba Ernest Milá (ideólogo de partidos de derecha exaltada ya casi extintos como Democracia Nacional y España 2000) que «el nacionalismo es el paradigma del siglo XXI y viene a sustituir las ideologías moribundas». Los nacionalismos, junto a otros identitarismos están eso, «de moda». Manifestación de esa «moda» es la islamofobia rampante en general y el antisemitismo anti-arabomusulmán en particular (el antisemitismo, hoy, se centra contra los árabes musulmanes, sean del Magreb o del Levante). Así pues... ¿Como, en este ambiente tan proclive a fragmentaciones y confrontaciones identitarias promovidas por el poder, no van a resistir montar un identitarismo (y consiguiente racismo) que se reclame como «morisco»?


• Las reivindicaciones con «excusa morisca» siguen, como hemos señalado, el guión colectivista-victimista de división y confrontación identitaria típico de los nacionalismos: se mete a «los otros» en bloques homogéneos («identidades incompatibles», «identidades dañinas»...) y se les señala como verdugos pasados, presentes y futuros, obligados a cargar con las culpas de generación en generación de todos y cada uno de los agravios, reales, supuestos o exagerados, sufridos por todos y cada uno de «los nuestros» y... ¡¡¡como no!!! ellos, los «demandantes moriscos» se erigen en herederos universales y exclusivos del estatuto de víctimas colectivas.


• Es decir, condenando a conjuntos humanos del presente del racismo sufrido en el pasado por "los nuestros" (de quienes se declaran herederos exclusivos, que listos) pasan a fomentar y ejercer un racismo "a la inversa"... es decir, racismo de siempre, aunque con una carga victimista considerable como todos los nacionalismos posmodernos. La fotografía de una mujer blanca gringa pidiendo perdón junto a su hija por los «pecados inveterados de su raza» a una mujer negra gringa es crudo racismo antiblanco, del más deleznable: el que exige humillar incluso a menores de edad por los «crímenes de su raza».


Un racismo JAMÁS se combate con otro racismo


• Quien levanta una bandera así no lo hace para combatir el racismo, sino que utiliza el racismo de los otros para justificar el suyo propio, igual de deleznable.


• Aquí nos vienen levantando otro muro, otro segregacionismo victimista: el «morisco», que tiene la particularidad de utilizar el islam y el recuerdo del genocidio (pues es lo que fue) sobre los andalusios ejecutado por los reinos del norte en el pasado (sobre todo en la centuria del 1200 y luego en la centuria del 1500), como cobertura simbólico sentimental para promover más odio identitario por acontecimientos de hace siglos, porque no nos conformamos con los vendavales nacionalistas que fragmentan y encochinan nuestras naciones (entre ellos la islamofobia, que, como pueden observar, ellos NO combaten porque les conviene para su discurso: «ellos son racistas con nosotros, seámoslo también nosotros con ellos»).


• Igual que, cuando se descalifica el supremacismo blanco, los neonazis o los adeptos al KuKluxKlan acusan a esos descalificadores de «racismo anti-blanco»...


... al igual que, cuando se denuncian los nacionalismos periféricos españoles, sus representantes reaccionan acusando de «nacionalistas españoles» a quienes les atacan...


... al igual que, cuando se condena la política sionista, los voceros del sionismo condenan como «antisemita», «enemigo de los judíos» a quienes condenan el supremacismo judío....


...los «racistas moriscos» hacen lo propio acusando de «racismo anti-islámico» a quienes se enfrentan a este nacionalismo ¿islámico?, aunque quienes lo hagan sean musulmanes, pues ya sabemos que para los identitarios el islam es, ante todo, una nación, radicalmente separada de los pueblos donde cohabitan.


• Nadie carga con la culpa del otro. Ese planteamiento es radicalmente anti-islámico. Aunque el mismo forma parte de la historia musulmana, desgraciadamente, desde las primeras décadas. No en vano ésa fue la «gran bandera» de Moawilla ben Abu Sufián (cargar en unos las culpas de otros) y no en vano fue este gobernante quien se impuso como quinto califa.


• Por otra parte, no imaginamos peor forma de reivindicar el legado andalusí y morisco de España, y volverlo más antipático para el conjunto de los españoles, que arrojarlo como un demanda particularista de un grupo distinto y distante que exija asunción de culpas colectivas y correspondientes reparación de agravios históricos. Además de injusto, además de contraproducente, eso alimenta la islamofobia y la creencia que el islam es ajeno y enemigo de la nación española.


Lo dicho, por si fueran pocos los nacionalismos, por si fuera escasa la gasolina dispuesta para la islamofobia... parió el racismo "morisco".

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