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Writer's pictureRed Corán

coranistas y hadicistas: dos caras de la misma moneda.




Por Umar Matatsing.


Nadie puede negar que la visión tradicional del Islam, al igual que cualquier interpretación religiosa, aporta al individuo valiosos elementos para realizarse psíquica y espiritualmente. La tradición, entre otras cosas, satisface las necesidades existenciales del más sencillo de los hombres, aquel que entiende que la religión solo consiste en portarse bien y creer en Dios. Al mismo tiempo, posibilita que el sabio observe complejas estructuras e interacciones entre lo divino y lo mundanal allí donde los demás ven solo un precepto. De algún modo, cuando la religión islámica se mira a sí misma, se ve completa.


Aún cumpliendo con estas garantías básicas, observamos que cada día más personas huyen del Islam tradicional. Muchos conversos han ido perdiendo poco a poco aquella fascinación que sentían por los hadices y/o el misticismo, pues hace tiempo que dejaron de estar “como en una nube”. Los nacidos musulmanes, cansados de otras cosas, también se suman al nuevo movimiento coranista. Básicamente, estamos hablando de individuos descontentos con su religión, que han intuido que el Islam debe abarcar otro tipo de conocimiento más racional y útil. Debemos creerles cuando alegan que su única motivación es quitarse de encima el pesado yugo de la versión hadicista para poder sacar con ello más provecho de su Islam en esta vida. Su posición se puede entender.


Como es lógico, lo primero que hace quien de ellos está comprometido con su fe es aferrarse al estudio del Corán (de ahí el nombre “coranistas”), pues esto les permite apartarse poco a poco de tradiciones y legados culturales sin perder su religión. Tras un breve periodo de estudio, observamos que la mayoría siente la necesidad de atacar todo aquello que guarde alguna relación con los hadices, ya que su nueva interpretación de lo sagrado les obliga a advertir a los demás que el Islam no se ha entendido correctamente por culpa de la tradición. De algún modo, se vuelven como el ex fumador, que vive ahora reprendiendo a todo el que fuma. Nos puede gustar más o menos, pero su posición se puede entender.


Pasado un tiempo considerable, algunos de estos coranistas acaban entendiendo que su continua e incesante “crítica al hadiz” puede terminar estableciendo las bases de una nueva religión. Por este motivo, pasan a centrarse únicamente en la exposición de su análisis coránico. Sin duda, esto supone un descanso para los demás. Así pues, su posición se puede entender.


Lo que NO SE PUEDE ENTENDER de ninguna manera es que los nuevos coranitas caigan en el mismo error que los viejos hadicistas, pues teóricamente cuentan con una capacidad de reflexión superior a éstos. Es difícil comprender que de tan depurado movimiento intelectual estén apareciendo tan surrealistas interpretaciones del Sagrado Corán, dicho en mayúsculas, MÁS ERRÓNEAS Y PELIGROSAS que cualquier otra visión del Islam que hayamos podido conocer hasta el momento.

La nueva ola de coranistas exacerbados solo se diferencia de los hadicistas en la forma, más no en su esencia. Así lo confirma la manera en que están distorsionando el Mensaje Coránico. En cierto modo, podemos ver que los extremistas de ambos bandos buscan insertar en una mandorla los deseos que les dicta su corazón, pues no se puede atribuir al intelecto semejantes interpretaciones.

Resulta evidente que coranistas y hadicistas abandonan la parte central del camino para desplazarse hacia los extremos más lejanos. Sin duda, esto debe tomarse como una señal divina de que no debemos seguir ni a unos ni a otros; así nos lo hace entender el Libro al describir a los musulmanes como la “comunidad de en medio” 2:143 y no la “de los extremos”.


Tal vez el coranismo radical sea, como algunos han señalado, un ataque encubierto al corazón del Islam llevado a cabo por la élite mundial para cambiar el rumbo de la interpretación coránica con el fin de acabar de una vez por todas con el Islam; o puede que solo se trate de un movimiento que tiene como objetivo justificar el deseo de algunos musulmanes tibios de no tener que levantarse a rezar el fajr o no hacer el ayuno de Ramadán. Allah sabe más.


-conlusiones estrafalarias


Todos sabemos que cuando al árabe no le interesa el Islam, no se anda con tonterías; directamente nos lo hace saber a través de sus palabras o acciones. Y si hacemos esta observación es porque curiosamente la mayoría de coranistas exacerbados son musulmanes no-árabes.

Pero que no piense nadie que por esta razón los coranistas defienden sus teorías sin argumentos “convincentes”; de hecho, realizan trabajos tan complejos y bien elaborados a partir de la lengua árabe que al lector no le queda más remedio que reconocer que son gente muy “estudiosa”. Pero si sencillo es refutar los argumentos de quien antepone el hadiz al Corán, más fácil aún es desmontar la teorías de un coranista radical.


Por ejemplo, resulta extraño el uso continuo de “malabares gramaticales” (literalmente) para poder demostrar (con el Corán) aquellas conclusiones que antes de empezar el estudio parecen tener ya en mente; aunque no serán todos, pues es obvio que algunos habrán de basar sus conclusiones alineando (también a conveniencia) los datos que se van encontrando a lo largo de su estudio. Todo queda cristalino cuando se analiza el modo en que construyen sus teorías. Pero basta saber que los fragmentos de las copias más antiguas del Corán hacen imposible “sentenciar gramaticalmente” (del modo que ellos lo hacen) versículo alguno.


Su afición a utilizar los diccionarios árabes modernos en lugar de los léxicos árabes más antiguos también resulta extraño. La única razón para hacerlo es que los diccionarios modernos poseen acepciones que no aparecen en los tratados clásicos, algo que da mucho más juego a la hora de elaborar sus interpretaciones. Eso sí, cuando el significado básico de algún término coincide con los antiguos léxicos, se encargan entonces de hacerlo saber a fin de proporcionar más veracidad a sus teorías.


También es extraño el significado que dan a algunos términos cuando el contexto en el que aparecen compromete su teoría; nos referimos a casos en los que la raíz no cuadra con lo moderno ni con lo antiguo. En esos momentos de apuro no dudan en presentar oscuras acepciones imposibles de ligar al significado básico que el término posee en árabe. Da igual, lo importante es que todo cuadre.


Solo así se entiende que puedan llegar a las estrafalarias conclusiones (en cursiva) que exponemos a continuación:


-Allah no es el Dios que la gente cree; se trata más bien de “una especie de consciencia colectiva”

Cuando buscamos el significado de “consciencia colectiva” en los libros, encontramos que dicha expresión hace referencia "a las creencias compartidas y a las actitudes morales, que funcionan como una fuerza unificadora dentro de la sociedad. Esta fuerza se encuentra separada y es, generalmente, dominante en comparación con la conciencia individual”

Sinceramente, semejante definición del Señor del Universo provoca vergüenza ajena a todo aquel que se considera “creyente”. Si nos fijamos, el uso de las palabras “una especie de” antes de “consciencia colectiva” está ideado para distraer la atención del lector a fin de que la sentencia no suene tan nefasta. Esto es algo típico en el coranista exacerbado. Aunque basta leer 112:4 para desmontar esta “suposición”: el versículo nos comunica que todo aquello que podamos imaginar, ya no es Allah. Por otra parte, la lógica coránica nos dice que sin el concepto de un Dios Creador y Todopoderoso, la “Verdad” no tendría ningún sentido. Al menos la que aparece representada en el Sagrado Corán.


-Todos las historias que aparecen en el Corán son “alegorías” con las que se pretende dar una enseñanza. Jamás sucedieron. Además, los profetas tampoco existieron, en realidad representan “rasgos de la personalidad humana”.

Las historias que aparecen en el Corán representan un ejemplo gráfico de la aplicación práctica de la mayoría de valores y preceptos que aparecen en el Libro. Es cierto que la figura de algunos profetas define “rasgos de la personalidad humana”. Nadie puede negar esto; de hecho, en el trabajo que estoy realizando sobre mi acercamiento al Corán recojo muchísima información respecto a estos asuntos, incluida la perspectiva desde la cual los nombres propios de los profetas también se puede entender como nombres de tribus o comunidades. Ahora bien, todo ello no invalida el hecho de que los profetas y sus historias “existieron”; asegurar lo contrario es negar una gran cantidad de versículos coránicos. De todos modos, para desmontar estas “conjeturas” son suficientes preguntas descomplicadas, del tipo ¿qué rasgos de la personalidad humana representan los nombres “Idris” y “Ilias”? o ¿quien transmitió el Corán si Muhammad no existió?


-consideraciones básicas


¿Cómo, pues, adquirir un conocimiento productivo que mejore nuestro Islam sin caer en la insensatez? La respuesta es sencilla: "manteniéndose en la vía de en medio”, es decir, sincerando el ánima e intentando hacer lo que el Corán nos pide.

Desde esa perspectiva estaremos preparados para entender que:


Según la Revelación, los versículos coránicos son las fracciones de una unidad que, observada en su conjunto, representa la “Verdad”. La llegada de dicha Verdad a los seres humanos atiende únicamente a la necesidad que éstos tienen de ser guiados durante el transcurso de aquello que podríamos denominar como el “proceso evolutivo de este mundo". Si lo denominamos así es porque el Corán deja entrever que se trata de un proceso que continua en otra fase llamada “el otro mundo”.


La Revelación nos enseña que desde esas fracciones cada persona construye “certezas” que le permitirán extraer su propia Verdad o manera de entender la vida. En este sentido, podemos decir que existen tantas verdades como personas habitan la tierra. Pero las certezas adquiridas no habrán de quedarse en esta vida, pues el individuo las necesita para presentarlas como acreditación en el otro mundo. Por ello, es de vital importancia para la persona construir “certezas” que le acerquen a la Verdad del Corán, pues lo que está en juego es su futuro.


La lógica coránica nos dice que las fracciones llegan a convertirse en certezas gracias a la interpretación. Así pues, jamás olvidemos que todas las fracciones juntas forman una unidad, y que cualquier interpretación que no tenga en cuenta el conjunto habrá de desembocar en erróneas conclusiones. Las interpretaciones, al contrario que las certezas, sí se quedan en este mundo, pues la persona ya no las necesita cuando emprende el camino hacia su Señor. Es por ello que, a excepción del Corán, toda la literatura religiosa que hoy poseemos debería entenderse como el registro de aquellas interpretaciones que permitieron a otros a alcanzar sus propias certezas.

Desde esa perspectiva, el pensamiento ajeno contribuye a la creación de nuestras propias certezas. Por tanto, deberíamos extremar las precauciones a la hora de asimilar lo que nos llega, pues de lo contrario podemos acabar estableciendo en nosotros mismos las certezas erróneas de otros por culpa de tener como válidas sus interpretaciones. Si bien no podemos deshacernos de lo que aprendemos, al menos si podemos enviar a nuestra papelera de reciclaje interior toda aquella información que contenga los virus de la ignorancia y el sinsentido.


Pero, ¿quien se atreve a establecer que una certeza es correcta o incorrecta cuando se ha dicho que existen tantas verdades como personas? La lógica coránica nos señala que el hecho de que cada persona tenga una verdad no implica que todas las verdades sean auténticas. Pues cuando hablamos de Islam, nadie puede atreverse a negar que el Libro de Allah representa la Verdad. Y si esto se tiene como cierto, entonces cualquier interpretación o certeza que no respete la unidad que abarca el conjunto de todas las fracciones o versículos coránicos ha de ser ERRÓNEA.


Todo lo dicho aquí se puede resumir en 5 fundamentos básicos que cualquiera, independientemente de su capacidad intelectual, podrá entender fácilmente:


1-No olvidar nunca que Allah solo ha protegido la Revelación 15:9. Esto significa que cualquier otra fuente de información o conocimiento está sujeta a errores (esto incluye narraciones, sucesos históricos e interpretaciones extra-coránicas)


2-El Libro deja muy claro que sus versículos no se contradicen 4:82. Por este motivo, cualquier interpretación que contradiga otra parte del texto no puede ser aceptada como válida (aquí caen de manera consciente o inconsciente los coranistas exacerbados)


3-Sabemos que el significado de cualquier término coránico está condicionado por el contexto donde aparece. Ahora bien, no podemos olvidar que la mayoría de palabras que aparecen en el Corán cuentan en árabe con un sentido básico que nace de su raíz. Este hecho obliga a que toda interpretación del Libro tenga en cuenta dicho sentido para ser considerada como válida; pues del mismo modo que un cuerpo pierde sus funciones básicas cuando deja de tener vida, un contexto deja de tener sentido práctico cuando pierde el significado básico de las raíces que componen sus términos (esta particularidad tampoco es considerada por los radicales coranistas)


4-La euforia, melancolía, odio o cualquier tipo de alteración psíquico-espiritual nos impide ser objetivos a la hora de analizar una información. Por ello, la interpretación coránica siempre debe hacerse desde la calma y el sosiego que caracteriza a la capacidad intelectual que Allah nos ha otorgado. No debemos olvidar que fuimos creados de precipitación 21:37, la cual en ocasiones nos juega muy malas pasadas. Esta teoría de la "quietud" está avalada por las 1914 expresiones coránicas que hacen referencia a la necesidad de aplicar el conocimiento y la reflexión en todo lo que hacemos, mucho más cuando lo que está en juego es la interpretación del Mensaje.


5-Solo debemos atender al pensamiento lógico que la propia Revelación nos proporciona. Esto significa que cualquier reflexión "extra-coránica", por muy sólida que pueda parecer, representa una suposición o conjetura a la luz del Corán.


-conclusión


Lo que podemos encontrar publicado (en inglés, casi todo) sobre el movimiento coranista nos permite entender que, si éste no cambia de actitud, tiene los días contados; pues su visión de la religión roza en muchos casos el ateísmo, algo que nunca aceptarán quienes se consideran creyentes. Y no lo aceptarán por la sencilla razón de que el ser humano es mitad cerebro mitad corazón. Los nuevos coranistas parecen no tener en cuenta el segundo elemento. Tal vez porque el Islam nunca entró en sus corazones. Allah sabe más.


No se dejen engañar, cualquier interpretación del Corán debe ser fácil de explicar y fácil de entender; de lo contrario el Libro no se habría revelado en términos que hasta el más sencillo de lo hombres puede entender.


Sumemos conocimientos a la sencillez y no pretendamos acabar con la esencia de la Revelación.


Y una cosa más: empecemos a llamarnos todos “musulmanes”, que es el nombre que se nos ha dado en el Corán.


Y junto a Allah está el conocimiento y la salvación.


La paz sea sobre todos vosotros.


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