Autor: Abdennur Prado, Extraído del libro El islam anterior al Islam, oozebap, 2007
El presente estudio tiene su origen en numerosas consultas recibidas en la redacción de
Webislam (92) , en el tiempo en que fui su director. Estas consultas nos mostraron la existencia de un alto número de musulmanes que se sienten atraídos por personas de su mismo sexo y que sien-ten esta situación como un desgarro. La constatación de su naturaleza sexual se enfrenta al rechazo de familias y comunidades, lo cual en ocasiones los conduce a culpabilizarse. No es fácil dar una respuesta a este desgarro. El único modo es buscar inspiración en Al-lâh, al-Adl wa al- Hadi (93) , en Su Libro y en la Sunna de Su Mensajero (paz y bendiciones),con la certeza de que ahí está el mejor camino. Con esta convicción emprendí este estudio sobre la homosexualidad en el Corán, la Sunna, el fiqh y la historia del islam, cuya conclusión ofrezco a los lectores.
Nuestra obligación como musulmanes es ser fieles a lo que Dios quiere de nosotros. Es imprescindible remitirse al Corán y a la Sunna, atreverse a realizar un estudio serio de las fuentes y someterse a aquello que Dios ha decretado. Dicho de otro modo: es necesario dejar de lado nuestros prejuicios (tanto negativos como positivos) y encarar el tema con la mayor claridad posible. Esto es lo que he tratado de hacer, con el permiso de Dios, y es lo que me atrevo a pedir a los lectores.
La homosexualidad en el Corán y en la Sunna
Existen hadices donde se muestra que la homosexualidad era conocida en tiempos de la revelación coránica y que nos ayudan a comprender cuál era la actitud de Muhámmad al respecto:
Se narró de Aisha que un afeminado ( mujannath)(94) solía visitar a las mujeres del Mensajero de Al-lâh y que ellas no encontraban nada objetable a estas visitas, considerándolo como un varón sin deseos sexuales[ fakânû ya’dzûnahu min ghair ulâ il-irbah]. El Mensajero de Al-lâh vino un día mientras este estaba sentado con algunas de sus mujeres y se entre-tenía en describir las características corporales de una mujer, diciendo:«Cuando está de frente, se le hacen cuatro [curvas], y cuando se gira se le hacen ocho». Entonces el Mensajero de Al-lâh (paz y bendiciones) dijo:
«Puesto que sabe estas cosas, no le permitáis la entrada». Aisha dijo:« A partir de entonces empezamos a usar el velo ante él»(95).
Cuatro observaciones a esta curiosa anécdota:— La palabra mujannath
está relacionada con junta , hermafrodita. Su condición es descrita en el hadiz como la de un «hombre sin deseos sexuales», dándose por entendido el resto: «hacia las mujeres».— Las palabras de Muhámmad no implican ninguna clase derechazo por su condición de «afeminado». En un principio acepta su presencia en casa de una de sus mujeres. Son sus palabras lo que le hace variar de actitud, ya que en ellas delata un interés oculto hacia las mujeres. Más claramente: el Profeta no le prohíbe la entrada por ser un mujannath, sino por ser un falso mujannath.
— La conclusión de Aisha es curiosa. Tras las palabras del Profeta, Aisha no dice que prohibiesen al mujannath (de nombre Hit) visitarlas, sino que a partir de entonces se limitaron a ponerse el velo en su presencia. Esto implica que las visitas en realidad continuaron. La frase del Profeta no actúa como una prohibición, sino como un consejo, como mucho una advertencia.— Las palabras del mujannath son una expresión idiomática árabe. Los comentaristas indican que es una expresión lasciva. El afeminado se refiere a las curvas del cuerpo de la hermana de Ghailan, de modo que demuestra haberla visto desnuda, y lo cuenta con desparpajo ante hombres y mujeres. Como veremos a continuación, se trata de uno de esos ante los cuales les está permitido mostrar sus encantos a las creyentes. Esto último nos remite al Corán, donde encontramos la misma categoría de «varones que carecen de deseo sexual». Esta es una de las clases de personas ante las cuales las mujeres creyentes pueden «mostrar sus atractivos»:
Y di a las creyentes que bajen la mirada y guarden su castidad,y no muestren de sus atractivos sino lo que de ellos sea aparente; así pues, que se cubran el escote con un tocado ( jumur). Y que no muestren sus atractivos a nadie salvo a sus maridos, sus padres, sus suegros, sus hijos, los hijos de sus maridos, sus hermanos, los hijos de sus hermanos, los hijos de sus hermanas, las mujeres de su casa, aquellas que sus diestras poseen, aquellos sirvientes hombres que carecen de deseo sexual,o a los niños que no saben de la desnudez de las mujeres...(Corán 24: 31)
La expresión que nos interesa, subrayada en medio de la aleya, es la siguiente:
«Ghayri ulâ il-irbati min ar-rijali», literalmente: «Aquellos sin deseo de entre los hombres». Esta expresión es casi idéntica a la utilizada para describir al «afeminado» en el hadiz de la casa de Umm Salama: ya’dzûnahu min ghair ulâ il-irbah («un varón de entre los que no sien-ten deseo»). La similitud hace pensar que el Corán se refiere aquí a los mujannathun (plural de Mujannath). Esto explica que las mujeres de Muhámmad pudiesen mostrarse ante ese «hombre» que solía visitarlas que la hermana de Ghailan le hubiese mostrado «sus curvas», y esto en la víspera de la batalla de Ta’if, unos dos años antes de la muerte de Muhámmad, cuando la aleya del jumur ya había descendido. Para la mayoría de los alfaquíes, parece claro que Corán 24: 31 se refiere a los mujannathun.
En su obra clásica comparativa entre las diversas escuelas jurídicas mayoritarias en el islam suní ibn Qudâmah escribe: Sobre el mujannath, que no siente deseos hacia las mujeres: en lo que concierne a mirar a las mujeres, la regla que se aplica a estos hombres es la misma que se aplica a los parientes cercanos ( mahran), puesto que Al-lâh ha dicho: «Aquellos sirvientes varones que carecen de deseo sexual»(24: 31) (96).
Ibn Qudâmah cita la autoridad de ibn Abbâs, comentando esta misma aleya:
Se trata de aquel del cual las mujeres no sienten vergüenza. Es el mujannath, que es impotente ( aqîm) como hombre.
Uno de los grandes estudiosos de la ciencia del hadiz, el andalusí ibn ‘Abd al-Barr (siglo X), lo describe del siguiente modo: El mujannath no es tan sólo aquel que es conocido por su promiscuidad. El mujannath es aquel que adopta la apariencia física de una mujer, hasta el punto que pasa por una mujer en su suavidad, modo de hablar, apariencia, acento y pensamiento. Siendo así, no debe sentir deseos hacia las mujeres (97).
Otra autoridad, Imam an-Nawawi, reconoce que esta clase de comportamientos pertenece a la naturaleza innata de algunos hombres: Un mujannath es aquel [masculino, en árabe] que imita en sus movimientos, su apariencia y su lenguaje el comportamiento de una mujer. Los hay de dos tipos: el primero es aquel cuyo comportamiento es innato, no lo ha adoptado por sí mismo, y por lo tanto no es culpable, ni merece el reproche ni la vergüenza, desde el momento en que no realiza ningún acto ilícito, ni se vende por dinero. El segundo tipo actúa como una mujer por motivos innobles, y es merecedor del peor desprecio (98).
En su comentario al Sahih de Muslim, al-Washtâni da una definición semejante, donde se incide en la ambigüedad de esta figura: Se parece a las mujeres en cuanto a sus cualidades morales, su manera de hablar y caminar. El nombre viene de la palabra tajannuth , un modo de aso-ciar lo dulce con lo áspero. El
Mujannath , en efecto, tiene una voz dulce y el caminar rudo y encorvado. Puede haber sido creado así, pero también puede tener su origen en una perversión (99).
¿Quién es el mujannath? Un ser humano con los atributos físicos que caracterizan a los hombres (rajul) pero que no desea a las mujeres, en cuya naturaleza está el imitar a las mujeres, y que ha nacido así por voluntad de Dios [que ha sido creado así,
mujannath jalqi]. Las mujeres no sienten vergüenza ante él porque no lo consideran como un «macho» potencialmente agresivo. Al referirse a la promiscuidad de algunos, ibn ‘Abd al-Barr deja claro que no se trata de impotentes sexuales ni castrados. Aunque con el tiempo la palabra mujannath ha acabado por designar a los hermafroditas o castrados, parece evidente que en tiempos del Profeta designaba a lo que hoy llamamos gays u homosexuales. El Corán no los menciona directamente.
En primer lugar, esto implica que no existe una condena explícita de estos comportamientos por parte de Dios. Pero hay más. Al margen de Corán 24: 31, existe una aleya se recoge la existencia de personas que pertenecen a una categoría diferente a la de los «varones» y las «mujeres»: Yajluqu mâ yashâ’: yahabu li man yashâ’ ‘în-nâsanwa yahabu li man yashâ’ ‘udzukûr aw yu zawwijuhum dzukrânan wa ‘inâsâwa yaj‘alu man yashâ’ u-aqîmâ. Innahû ‘ Alîmun Qadîr.
([Al-lâh] crea cuanto quiere: da descendencia a quien quiere de entre las mujeres y da descendencia a quien quiere de entre los varones y empareja a varones y mujeres y a quien quiere lo hace ‘aqîm. Ciertamente, Él es Sabio y Poderoso.)(Corán 42: 49-50)
La palabra ‘aqîm se traduce habitualmente como «estériles» o «impotentes». Esta es una traducción posible, ciertamente, lo cual se refiere a estos hombres desde el punto de vista destacado por la aleya: la procreación. En el comentario antes citado de ibn Abbâs, el calificativo aqîm se aplica también a los mujannath : «Es el mujan- nath, que es aqîm como hombre».
Es muy probable que Dios se esté refiriendo en este versículo del Corán a los homosexuales, y de un amanera positiva: y a quien Dios quiere lo hace
aqîm.Si nos fijamos, la descripción que hacen los alfaquíes de los
mujan- nathun no se limita a catalogarlos según su fisiología. Se pone el acento en la realidad de las pulsiones y en su actitud antes que en la apariencia física. Esto es muy importante. En realidad, establecer los géneros según la apariencia física conduce a graves desequilibrios: ¿qué importancia puede tener que alguien tenga pene si no desea a la mujer? Hoy en día vemos como muchos homosexuales se casan con mujeres para «salvar las apariencias», llevando a uno y otro cónyuge a vivir en la infelicidad y la frustración de sus apetitos naturales. Lo importante del matrimonio es consumar la unión (sexual, intelectual, afectiva) entre complementarios (el çawj o pareja). Desde este punto de vista, la unión entre un homosexual ( aqîm, que no desea a las mujeres) y una mujeres antinatural, no conduce a la satisfacción mutua de los cónyuges. De todo lo dicho se concluye que en ningún caso la condena de la homosexualidad puede ser achacada a Dios o Su Mensajero, y mucho menos la condena de la homosexualidad entendida como amor entre personas del mismo sexo. Una prueba al respecto la encontramos en el Sunnan de Abû Daûd: Abû Hurairah contó que un homosexual ( mujannath) que se había pintado las manos y los pies fue llevado ante el mensajero de Al-lâh (paz y bendiciones). Él preguntó: «¿Qué ocurre con él?». Le dijeron: «Oh, Mensajero de Al-lâh, este hombre imita a las mujeres». Entonces se consideró el asunto y fue desterrado a an-Naqi’. La gente dijo: «¿No tenemos que matarlo?».Él dijo: «Se me ha prohibido matar gente que hace la salat [que reza]»
(100).
Aquí, el Mensajero de Dios sale en defensa de un homosexual, frente al acoso al que está siendo sometido. Al resaltar su condición de creyente, Muhámmad (paz y bendiciones) desmiente a todos aquellos que se atreven a afirmar que «el islam y la homosexualidad son incompatibles». Hay que notar la delicadeza de su respuesta, su consideración hacia la condición interior del ser humano antes que a cualquier consideración externa. El motivo del destierro permanece oculto. En todo caso, esta decisión no puede ser achacada al Mensajero de Dios, ya que de ser así el hadiz lo diría(101).
Las transgresiones del pueblo de Lot
Según una opinión generalizada, la condena de la homosexualidad tiene su fundamento en el episodio en el que el profeta Lot, que la paz sea con él, se dirige a los habitantes de Sodoma en los siguientes términos:
¿Os entregáis a una abominación que nadie en el mundo ha cometido antes? Vais a los hombres con deseo, en vez de a las mujeres.(Corán 7: 80-81)
¿Vais hacia todos los varones del mundo y abandonáis a las parejas que vuestro Sustentador creó para vosotros?(Corán 26: 165) ¿Cómo es posible que vayáis con deseo a los hombres en vez de a las mujeres?(Corán 27: 55)
Estas aleyas parecen condenar a aquellos hombres que van tras otros hombres,
en vez de hacia las mujeres, como es natural...
Cada profeta fue enviado para restablecer un vínculo perdido, devolver a la humanidad al camino recto. En el caso de Lot, el aspecto más conocido de la transgresión que vino a combatir es de naturaleza sexual, pero este no es el único aspecto ni agota el contenido de su mensaje. Basándose en antiguas fuentes hebreas, Robert Graves y Raphael Patai describen el comportamiento de los habitantes de Sodoma (102) : [Del Pirqe Rabbi Eliezer , c. 90-130 d.C. y del
Genesis Rabba , recopilado en el siglo V:] Los sodomitas figuraban entre las naciones más ricas, pues si un hombre necesitaba hortalizas le decía a su esclavo: «¡Ve a traérmelas!» El esclavo iba al campo y descubría oro bajo las raíces. Pero las grandes riquezas descarrían a los hombres. Un sodomita nunca daba ni siquiera una corteza de pan a un forastero; e inclusive podaba las higueras para que las aves no pudieran comer sus frutos.
[Idem:] Sodoma estaba asegurada contra los ataques, pero para des-alentar a sus visitantes aprobaron una ley de acuerdo con la cual el que ofreciera a un forastero un alimento sería quemado vivo. En cambio, se debía robar al forastero todo lo que poseía y expulsarlo de la ciudad completamente desnudo.[Del Sepher Hayashar , recopilación tardía, siglo XII:] Una vez al año realizaban un banquete y bailaban en el césped junto a manantiales de agua al son de tambores. Después de beber en abundancia, cada hombre se apoderaba de la esposa del vecino, o de su hija virgen, y la gozaba. A nadie le importaba que su esposa o su hija holgasen con su vecino.
Estas descripciones son elocuentes sobre las transgresiones específicas de las gentes de Sodoma: ausencia de tabúes sexuales y violación de las leyes de la hospitalidad, temas que aparecen como indisociables.
Vamos al Corán. Entre las acusaciones lanzadas por Lot a los habitantes de Sodoma, existe una especialmente expresiva:
Ata‘tûna adz-dzukrâna min al-‘âlamînwa tadzarûna ma jalaqa lakum Rabbukum min açwâjikum.
(¿Vais hacia todos los machos del mundo y abandonáis a las parejas que vuestro Sustentador creó para vosotros?)(Corán 26: 165-166)
La expresión coránica es contundente: «Vais hacia los machos…».Muchas traducciones lo interpretan como «hacia los hombres
...
». Más concretamente, la palabra coránica es dzukrâna , plural de dzakaru, varón o macho, lo cual no se refiere necesariamente tan sólo a la especie humana. En base al sentido general de esta palabra, algunos alfaquíes han establecido la equiparación entre bestialismo, zoofilia y sodomía. A esto, Lot añade:
…min al-‘âlamîn , de los mundos. Esta expresión parece una exageración, una hipérbole: no olvidemos que Dios es Rabb al-‘âlamîn, el Sustentador de todos los Mundos. Ir hacia los machos de todos los mundos es algo casi inimaginable. ¿Acaso es extraño que los alfaquíes hayan considerado como una posibilidad las uniones sexuales entre los hombres y los djines (genios, seres invisibles)? En conjunto, esta expresión es el signo de una sexualidad sin freno, siempre insatisfecha. En contrapartida, el Corán ofrece un camino mejor: ir hacia las parejas que nuestro Sustentador ha creado para nosotros.
Vais hacia los machos de los mundos abandonando a vuestros pares.
Lot dice: min açwâjikum. No «esposas», ni «mujeres», como se traduce a menudo, de forma tendenciosa. La palabra coránica çawj (en principio, singular y masculino) es central en la cosmología del islam: «Todo lo creamos por pares» ,dice Dios en el Corán. La unión entre lo masculino y lo femenino es un çawj, un equilibrio o balanceo de las fuerzas que habitan la naturaleza. La desunión o destrucción del par es desequilibrio, nos arroja del mundo en una búsqueda siempre insatisfecha. Sobre esta aleya hay otra cuestión: ¿acaso las gentes a las que Lot se encara eran todos hombres? ¿En base a qué afirmamos que no había mujeres? Si lo hacemos así, estamos añadiendo al texto coránico algo que no dice. Si aceptamos que el Corán se dirige tanto a los hombres como a las mujeres, la aleya no debe entenderse como una prohibición de las relaciones heterosexuales, sino de la promiscuidad sin freno:
Vais hacia los machos de los mundos abandonando a vuestras parejas.
En este caso, parece claro que la expresión min azwâjikum se refiere tanto a las esposas como a los maridos. Eso es lo que el texto, literalmente, dice: vuestras parejas. Otra aleya a destacar, pues se repite con ligeras variantes, es la siguiente: Inna kum la ta‘tûna ar-ryjâla shahwatan min doon an-nisâ‘i.
(Vais a los hombres con deseo en vez de a las mujeres.)(Corán 7: 81 y 27: 55)
Esta es la aleya en la que se basa la condena de las relaciones homosexuales, pues en ella se menciona explícitamente a «los hombres» como el objeto del deseo de los qawn Luti (pueblo de Lot). Sin embargo, la palabra ar-riyâla
(plural de rayul, «hombre») puede funcionar como un genérico: la humanidad en general. Por ejemplo: cuando Rabeea al ‘Adawiya habla de sí misma como
Rayul , no quiere decir que sea un «macho», se está refiriendo a su madurez como persona, insân .
La palabra coránica rayûl (pl.,riyâl) se menciona 53 veces en el Corán y en 21 casos está bien claro que se refiere al varón. Y en 32 veces se refiere a los seres humanos genéricamente. Por consiguiente, según la exégesis, la palabra
Rayûl no puede designar exclusivamente al varón, sino a personas. Según ibn ‘Arabi, rayûl hace referencia al principio activo, lo cual indica que no se refiere al varón, sino al principio activo masculino del ser humano, varón o mujer, representado por el Cálamo. Dice Ibn ‘Arabî: «Y respecto a todo lo que hemos mencionado de tales hombres, llamándoles riyâl , entiéndase que tal denominación incluye a las mujeres(103)». Al referirse a estas aleyas, suele ponerse el acento en su prime-ra parte, es decir: en el aspecto negativo, en aquello que se considera abominable: «lo impropio, lo haram…». Más interesante es, sin embargo, volver sobre el aspecto que se trata de defender: «…en vez de lo propio, lo halal».
Con la expresión doon an-nisâ‘í, creemos que Dios se refiere a «las propias mujeres». Aunque lingüísticamente no está especifica-do si se trata de «las mujeres en general» o de «la propia mujer», pensamos que tanto lo expuesto anteriormente como la concepción coránica de «la pareja» (el matrimonio) justifican esta lectura. En otro caso, y decimos esto para rebatir cierto literalismo, ¿estaría el Corán fomentando la promiscuidad heterosexual? Es decir: no puede ser que el Corán recomiende «ir hacia las mujeres en general», sino «hacia las propias mujeres». En este caso, la primera parte de la aleya está condenando la promiscuidad desenfrenada y el adulterio, y no propiamente la homosexualidad. Ciertamente, ir hacia los hombres o mujeres con deseo en vez de hacia las propias mujeres u hombres es estar perdido. Lo halal es mejor.
Lot condena el comportamiento de los sodomitas con los siguientes adjetivos:
¡Sois, realmente, una gente desaforada!(Corán 7: 81)¡Sí, sois una gente que transgrede todos los límites de lo correcto!(Corán 26: 166)¡Desde luego, sois gente sin discernimiento!(Corán 27: 55)
La falta de discernimiento sobre la propia naturaleza provoca las actitudes desaforadas, el rebasar los límites que Dios ha establecido. Por su parte, los ángeles definen la ceguera de los sodomitas:
¡En su delirio sólo vagan ciegos de un lado para otro!(Corán 15: 72)
Su ir de lo uno a lo otro no es sino una insensatez: prefieren acostarse con quien sea (hombres, mujeres, animales, genios, ¡qué más da!)a hacerlo con sus pares o parejas, los complementarios que su Sustentador ha creado para ellos. La lucha contra las aberraciones sexuales y la defensa de la pareja no constituye, sin embargo, la totalidad del mensaje que el profeta Lot trajo a la humanidad. Es importante señalar el rechazo a las leyes de asilo y hospitalidad como parte de las transgresiones con las que tuvo que enfrentarse. Esto es fundamental, ya que el Corán deja claro que este esel motivo de la animadversión de los sodomitas hacia los huéspedes de Lot. Cuando los ángeles llegan a su casa, su exclamación revela su temor:
Y cuando los emisarios llegaron a la casa de Lot, éste dijo: «¡Ciertamente, sois gente desconocida [aquí]!»(Corán 15: 61-62)
La expresión árabe es qawmun munkarûn: «sois gente extranjera» , ajena al
Qawm , pueblo.
En el Corán, la prohibición de dar asilo está claramente expresada como el motivo del acudir de los sodomitas en busca de los extranjeros. No se habla de gozar de ellos, ni se hace mención alguna en estas aleyas a la homosexualidad:
Y la gente de la ciudad acudió, regocijada por la noticia.[Lot] exclamó: «¡En verdad, estos son huéspedes míos: no me avergoncéis, sino sed conscientes de Al-lâh y no me deshonréis!» Respondieron:« ¿No te hemos prohibido [ofrecer protección a] todo tipo de gente?»(Corán 15: 67-71)
Siendo este el motivo de la irrupción de los habitantes de Sodoma en la casa de Lot, es lógico que también sea el motivo de su destrucción:
Pues les había advertido seriamente de Nuestro rigor; pero pusieron en duda tercamente esas advertencias y le exigieron que entregara a sus huéspedes: por lo que les privamos de la vista [como diciéndoles]:«¡Saboread el castigo que inflijo cuando son desoídas Mis advertencias!»(Corán 54: 36-37)
En ningún momento el Corán menciona la homosexualidad como el motivo de la destrucción de la ciudad de Lot. Por el contrario, específica que la destrucción fue motivada por su rechazo a las leyes de la hospitalidad, o si se quiere: el derecho de asilo debido a los extranjeros, amplia-mente recogido en la jurisprudencia islámica. Aun en el caso de que tratasen de sodomizar a los huéspedes, en ningún caso se trataría de relaciones afectivas entre personas del mismo sexo, sino de una violación. Lo que se condena es la violencia sexual y el desenfreno, no el amor entre homosexuales. Además, es absurdo pretender que todos los qawm Luti fuesen hombres. Entonces: ¿por qué Dios castigó también a las mujeres? Lo miremos por donde lo miremos, la pretensión de que estas aleyas condenan la homosexualidad no se sostiene en lo más mínimo. Pocas veces se cita la historia de Lot en relación a Abraham, que la paz sea con él, cuando en realidad son inseparables. No hay que olvidar que los ángeles enviados a Lot han sido con anterioridad «los huéspedes de Abraham».
Tanto en la sura 11 como en la 15, ambos episodios son presentados consecutivamente:
E infórmales acerca de los huéspedes de Abraham, cuando se presentaron ante él y le ofrecieron el saludo de paz, respondió: «¡En verdad, nos infundís temor!»Dijeron: «¡No temas! Ciertamente, te traemos la buena nueva de un hijo dotado de sabiduría.»(Corán 15: 51-53)
Es el mismo non timere del ángel a María, madre de Jesús, paz y bendiciones. No hay un signo que no remita a otro: los episodios de Abraham y Lot están tan unidos que, de hecho, la noticia que losángeles traen a Abraham es doble: el nacimiento de su hijo y la destrucción de la ciudad de Lot (Corán 29: 31). Por un lado, el anuncio del nacimiento de Isaac, a pesar de su vejez y la aparente esterilidad de su mujer. Por otro lado, la destrucción de un pueblo que se ha entregado a una sexualidad sin freno, rompiendo las leyes de la hos-pitalidad y destruyendo la pareja (çawj) como núcleo de la sociedad.Dios premia a Abraham (paz y bendiciones) con la continuidad de su estirpe y de sus tradiciones, mientras castiga al pueblo de Lot con una lluvia de piedras que simboliza la esterilidad de sus vidas, la dureza de sus corazones. Esta es una hermosa enseñanza. La promiscuidad sin freno es la negación de la pareja, y el rechazo de la pareja como núcleo social hace imposible la hospitalidad. La promiscuidad niega la intimidad del hogar, nos remite a la exterioridad como único espacio en el cual se mueven las criaturas. Los relatos hebreos citados por Robert Graves dicen: bailaban en el césped, robaban a los forasteros, hacían el amor públicamente. La hospitalidad es un ritual que implica la idea del hogar: el ofrecimiento del propio espacio como apertura a los demás. La dispersión sexual nos aboca a una exterioridad que niega la individualidad. La hospitalidad se basa en el respeto y la confianza entre los diferentes.
El par masculino-femenino
Nuestra meditación sobre el mensaje del profeta Lot nos conduce a una palabra de crucial importancia: el çawj, el par, lugar de unión y de encuentro entre lo masculino y lo femenino. Del Corán hemos recitado:
Y todo lo hemos creado por pares.(Corán 51: 49)
Y Él es quien crea el par —varones y mujeres—de una gota de esperma eyaculada,y está en Su poder crear una segunda vida.(Corán 53: 45-47)
¡Entrad en el paraíso, vosotros y vuestro par, agraciados con la felicidad!(Corán 43: 70)
Estas aleyas señalan el origen, el camino y el destino de una vida plena: todo ha sido creado por pares, que se unen en el amor y engendran una segunda vida, coronada por el logro supremo del Jardín. La cosmología del Corán descansa en este esquema, un proceso generador de vida que se da como unión de los contrarios. De ahí proviene la diversidad de todo lo creado.
¡Oh gentes! Ciertamente, os hemos creado a todos de varón y hembra, y os hemos hecho naciones y tribus, para que os reconozcáis unos a otros.(Corán 49: 13)
Todos hemos nacido de la unión de un varón y de una mujer. La unión entre el varón y la hembra es el punto de partida de la diversidad. El conocimiento de los diferentes es un modo de conocerse a uno mismo, de reconocerse en su límite preciso. Esta no es separación ni dispersión desde el momento en que existe una capacidad de re-cono-cimiento (’ilm) y de recuerdo ( dzikr) del principio unitario que está en el origen común de lo diverso.
Al referirse a la sexualidad islámica, se suele hacer hincapié en la importancia de los roles. Se dice que el hombre debe encarnar su hombría y la mujer su feminidad, de modo que no se produzcan des-armonías en el núcleo mismo de la sociedad, que es la familia. Estos argumentos son usados para explicar tanto la segregación de los sexos como el rechazo a la homosexualidad. Así, Abdelwahab Bouhdibaescribe: La visión islámica de la pareja fundada sobre la armonía preestablecida de los sexos supone una complementariedad esencial entre lo masculino y lo femenino. Esta complementariedad armónica es creativa y procreativa. (...) La bipolaridad del mundo reposa sobre la rigurosa separación de dos «ordenes», lo femenino y lo masculino. Todo lo que viola el orden del mundo no es más que un grave «desorden», fuente de mal y de caos (104).
Aquí, la cosmología coránica da paso a una visión social y antropológica. Según ésta, la mujer debe actuar según las características tradicionales de «lo femenino»: sumisión, pasividad, ternura... El hombre se reserva para si las cualidades activas, de penetración y de dominio. Para ello, debe actuar únicamente como macho y eliminar de sí mismo cualquier rasgo femenino. Ante esta rigurosa polaridad, cualquier expresión o planteamiento que trate de romper o difuminar la frontera entre los sexos es visto como una aberración contra natura y, lo que es peor: como una tendencia destructora de la sociedad. De ahí la doble condena, moral y penal, a que se ven abocados los homosexuales. Según creemos, esto es el resultado de la incomprensión de la cosmología coránica. El hecho de que todo haya sido creado por pares no significa que existan criaturas exclusivamente masculinas frente a otras exclusivamente femeninas, sino que dentro de todo lo creado existe esta polaridad:
Subhana al-ladzî jalaqa al-‘azwâja kul lahâ mim mâ tumbitu al-‘ardzuwa anfusi-him wa mim mâ lâ ya‘alamûn.
(Glorificado sea Aquel que ha creado pare sen todo lo que la tierra produce, y en los mismos egos, y en lo que no conocen.)(Corán 36: 36)
Esta aleya clarifica que los pares (las polaridades) están en el interior de todo lo creado. Un par no es únicamente la unión de un varón y una hembra, sino que los pares habitan en las criaturas: «y en los mismos egos ( nafs)». El hombre y la mujer forman un par, y en cada uno de ellos existe la polaridad masculino-femenino. En caso de eliminar uno de estos dos polos, el par sería destruido y el hombre y la mujer ya no serían criaturas completas. No hay nada en la Creación que no sea dual, salvo Dios, quien ha establecido la balanza ( al-miçan). A partir de este momento, ya no podemos seguir considerando el par masculino-femenino como algo exterior. Esto quiere decir que para verificar la unión, tanto la mujer como el hombre tienen que ser, en cierto sentido, hombres y mujeres. Si alguno de los miembros de la pareja no ha realizado la integración en sí mismo de las cualidades activas y pasivas, la unión resultará frustrada. Lo demás implica una visión sumamente grosera del hombre y la mujer, delimitados por su físico y no por sus cualidades interiores.
Mientras permanecemos en el mundo de las formas, estamos condenados a la dualidad. En la unión amorosa se da necesariamente esa dualidad: se establecen roles. Esto sucede tanto en los pares heterosexuales como en los homosexuales. La unión entre lo masculino y lo femenino refleja un proceso cosmológico, que afecta a todos los órdenes de la naturaleza. La unión amorosa, cuerpo a cuerpo, es la búsqueda de la unidad en algo que está fuera de nosotros, y sin embargo esta unión nos remite a nuestra propia interioridad. Si la pareja es la unión de los contrarios, lo importante no es una supuesta complementariedad física, sino espiritual. Un hombre que no ama a una mujer no forma una pareja con ella, por mucho que sus sexos parezcan acoplarse. Dos homosexuales que se aman forman plenamente una pareja, verifican su unidad en el espejo del Amado. Frente a la conciencia de la unión se sitúa el sueño de la segregación, territorialización de lo masculino y de lo femenino en ámbitos perfectamente separados. Este sueño es el fanatismo de los que se niegan a reconocer su propia feminidad. En relación a la homosexualidad, no pueden aceptar que Dios haya creado un ser que se les presenta como híbrido, y que rompe sus esquemas dualistas. Un ser físicamente hombre y espiritualmente mujer: esto parece contradecir el orden perfecto de las cosas, la utopía de un estado de cosas estático y sin mezcla. Y sin embargo es todo lo contrario: la homosexualidad es un signo de Dios, que viene a poner al descubierto que las diferencias entre lo masculino y lo femenino no son tajantes, que todas las criaturas participan de ambas cualidades. Lo femenino y lo masculino no pueden ser acotados en base a distinciones físicas: hay un carácter masculino de la mujer y una feminidad en el hombre. Quienes niegan la realidad de la homosexualidad y se atreven a calificar aquello que Dios ha creado como una enfermedad o algo contra natura están en un descarrío manifiesto. No hay más que ver todos los matrimonios impuestos por las circunstancias entre un homosexual y una mujer, que los hace infelices a los dos. Que el hombre actúe únicamente como «macho dominante» y la mujer se muestre como una «hembra sumisa» es el sueño de aquellos que han negado en sí mismos la tensión creadora que les permite seguir desarrollándose. Este sueño, poner en su sitio cada cosa, segregar y acotar en su comportamiento estanco, desconoce una realidad más trascendente: toda dualidad tiene su origen en el Uno.
La homosexualidad en la historia de los musulmanes
Ni el Corán ni la Sunna condenan la homosexualidad. Nuestras conclusiones contrastan con la persecución que sufren los homosexuales en los países de mayoría musulmana. Según Human Rights Watch, a principios del siglo XXI existen ochenta y tres países donde la homo-sexualidad está explícitamente condenada por la ley, veintiséis donde el islam es mayoritario. Entre ellos, casi todos los miembros de la Liga Árabe. En algunos países la condena por sodomía (liwat)(105) es la pena de muerte: Arabia Saudí, Irán, Mauritania, Sudán, Yemen y Afganistán. Aunque en la mayoría de los casos la pena no se aplica, conocemos casos de homosexuales ejecutados en los últimos años en Irán, Arabia Saudí y en el Afganistán de los talibanes. En otros lugares, la condena por sodomía es la cárcel. En Malasia, el artículo 377 del código penal castiga con 10 años de prisión las «conductas antinaturales», y hasta con 20 años de cárcel en caso de «penetración entre hombres». En Pakistán y en Bangla Desh, el código penal equipara la sodomía a la zoofilia y puede reportar hasta diez años de cárcel. En Siria y en Jordania la pena es de cinco años, y en Marruecos, Túnez, Argelia, Iraq y Kuwait, de hasta tres años. Aunque en muchos de estos países existe tolerancia de facto, estas leyes se mantienen como una amenaza. Ante estos datos y cifras, es necesaria una reflexión pausada. Más allá de la condena moral, resulta difícil aceptar la condena penal, y más cuando la sentencia es la muerte. Esto es muy grave, algo demasiado serio como para dejarlo al arbitrio de nuestros prejuicios. No se puede matar por matar, rebasando los límites de lo que ha sido prescrito: «No rebaséis los límites que Dios ha establecido», dice el Corán. Hay que tener argumentos muy sólidos y ponderados para justificar una condena. Siendo el problema judicial gravísimo, no lo es menos el cultural. La homofobia se extiende como un cáncer entre los musulmanes. El islam, que durante siglos fue signo de justicia y de progreso, ha sido transformado en una religión retrógrada y cruel hacia las minorías. Los jóvenes musulmanes que desprecian y hacen la vida imposible a los homosexuales en muchos lugares del mundo islámico no saben que con su actitud están destruyendo una tradición de siglos. Aquí, como siempre, la ignorancia es la culpable de una situación penosa, una ignorancia fomentada por prestigiosos alfaquíes, instituciones y universidades. La persecución de los homosexuales en el mundo islámico es muy reciente, y tiene que ver con la colonización y la influencia de Occidente. Existen innumerables pruebas de que hasta la colonización la homosexualidad era plenamente aceptada. Durante las primeras décadas delsiglo XX, el Magreb fue descrito como un «paraíso para los homosexuales», que huían de la puritana Europa en busca de la libertad sexual que se vivía en tierras del islam. En Marruecos, la homosexualidad es considerada un delito tan solo desde 1972, y esto a causa de la influencia Saudí. En Indonesia (el país con más musulmanes en el mundo) jamás ha esta-do prohibida, siendo la escuela jurídica shafi’í mayoritaria. La aceptación de la homosexualidad en la historia del islam está ampliamente documentada, en diferentes épocas y territorios. No era algo oculto o marginal, sino aceptado socialmente. Los estudiosos occidentales de la homosexualidad han destacado con asombro la actitud mostrada hacia este tema en dar al-islam, la Casa del islam. En relación a al-Andalus, merece destacarse la visión de John Boswel:
No es extraño que los gays florecieran en las ciudades de España. Hasta cierto punto, esto podría atribuirse a las actitudes de la cultura islámica en general. Aunque el Corán y los primeros escritos religiosos del Islam sostenían actitudes moderadamente negativas respecto de la homosexualidad, la sociedad islámica en general ignoraba estas desaprobaciones y la mayoría de las culturas musulmanas trataron la homo sexualidad con indiferencia, cuando no con admiración. Casi sin excepción, las obras clásicas de la poesía y la prosa árabe, de Abu Nuwas a Las mil y una noches, trataron con respeto o aceptaron ocasionalmente a los gays y su sexualidad. La lengua árabe contiene un inmenso vocabulario de terminología erótica gay, con docenas de palabras sólo para describir diferentes tipos de sexualidad masculina. [...]
En la España de la Alta Edad Media, esta tendencia se vio exagerada, si cabe. Era común toda variedad de relación homosexual, desde la prostitución al amor idealizado. La poesía erótica sobre relaciones ostensible-mente homosexuales constituye el grueso de la poesía hispanoárabe. [...] Al-Mutamid (rey de Sevilla) se enamoró también del poeta ibn Ammar, de quien no soportaba estar separado, «ni siquiera una hora, ni de día ni de noche», y a quien convirtió en uno de los hombres más poderosos de España. Un poco antes, en ese mismo siglo, el reino de Valencia había sido gobernado por una pareja de ex-esclavos que se habían enamorado y habían ascendido juntos en las filas del servicio civil hasta colocarse en una situación tal como para gobernar por sí mismos. Los historiadores musulmanes, llenos de admiración, caracterizaron su gobierno conjunto como una relación de plena confianza y mutua devoción, sin un indicio siquiera de competencia o de celos, y su amor fue celebrado en verso por poetas atraídos a su corte desde toda España. [...]Sería un error suponer que esta predilección cultural por el erotismo homosexual era consecuencia de la secularización o de la decadencia de la religión. El Islam hispánico se distinguió por su rigidez en cuestiones legales y morales, produjo notables juristas y teólogos y, en general, estaba regido por musulmanes a los que se consideraba fanáticos en el resto del mundo islámico. Las referencias imaginarias al amor homosexual eran moneda corriente en los textos místicos islámicos tanto en España como fuera de ella. Muchos de los autores de poesía erótica gay de la Península Ibérica eran maestros del Corán, líderes religiosos o jueces; casi todos escribieron versos religiosos convencionales al mismo tiempo que poesía amatoria(106).
En la Córdoba califal, los homosexuales habitaban todo un barrio, conocido como derb Ibn Zaydun . El caso de al-Andalus no es aislado. Existe una amplia literatura de contenido homosexual en el periodo abbasida, además de los testimonios de los historiadores. Además deal-Mutamid, existen otros dirigentes islámicos cuyos amores homosexuales son bien conocidos, tales como los de Sultán Mehmet Fatih, conquistador de Constantinopla, o Mahmud de Ghazni, quien gobernó sobre un vasto imperio en el siglo XI. Esta actitud abierta llega hasta los inicios de la colonización, cuando el islam es influenciado fuertemente por el puritanismo judeo-cristianiano típico del siglo XIX. Las obras de los viajeros, científicos y colonizadores europeos relatan, entre la fascinación y la sorpresa, el grado de aceptación de la homosexualidad entre los musulmanes. En la sociedad victoriana, este fue uno de los argumentos preferidos para mostrar que el islam era una religión lasciva e inmoral. En la Europa del siglo XXI, se habla de la persecución de los homosexuales en el mundo islámico para mostrar como el islam es una religión salvaje y puritana. Entre lo uno y lo otro, algo ha sucedido. No podemos citar a todos los estudiosos que han destacado la plena aceptación de la homosexualidad en la historia del islam. Sencillamente, son demasiados. Stephen O. Murray y Will Roscoe dan pruebas amplias de la centralidad del erotismo masculino adolescente-adulto en los países islámicos (107). En su traducción de Las mil y una noches, el aventurero y escritor inglés Richard Burton describió la sexualidad en el mundo islámico, que recorrió de punta a punta (llegó a realizar la peregrinación a La Meca). La fascinación de Burton por Siwah y, en segundo lugar, el islam no estaba exenta de prejuicios y una mirada fantasiosa. Aún así, su testimonio no puede descartarse por completo: en Egipto, los adolescentes que buscan hombres frecuentan los baños públicos, igual que en los tiempos pasados. En Marruecos, los musulmanes viven abiertamente con adolescentes. En Persia, la práctica es «tan inheren-te que está en los huesos». Sobre los comerciantes afganos escribió:
“Son viajeros comerciantes de gran escala y las caravanas están acompañadas de un número de chicos y jóvenes vestidos casi en atuendo de mujeres, con los ojos delineados con kohl y las mejillas coloradas, pelo melenudo y los dedos de las manos y los pies dibujados con alheña, montando lujosamente en alforjas de camellos; se les llama Kuch-i safario «esposas de viaje», y los esposos andan pacientemente a su lado” (108).
Matrimonios homosexuales
A quien nos haya seguido hasta ahora, no le sorprenderá descubrir la existencia de matrimonios entre homosexuales según la sharia , hasta bien entrado el siglo XX. La primera vez que dimos a conocer este hallazgo, causó sorpresa e incluso indignación. A algunos musulmanes les pareció un disparate e incluso se nos acusó de haberlo inventado. En concreto, la celebración de matrimonios entre homosexuales musulmanes está documentada en el oasis de Siwah, situado en el desierto de Libia, en la actualidad en territorio egipcio. La información procede de varias fuentes. En primer lugar, de los propios archivos históricos de Siwah y, en segundo lugar, del testimonio de antropólogos y viajeros occidentales. Walter Cline fue un antropólogo norteamericano que viajó a la zona para estudiar las costumbres de los bereberes (109). Aunque en el momento de su llegada la práctica de los matrimonios entre hombres ya había sido prohibida, destacó que la homosexualidad seguía siendo una característica esencial de su cultura. Existe el testimonio del conde Bryon de Prorock. Este arqueólogo británico describió lleno de asombro la «gran ceremonia» con la que se realizaban estos matrimonios: «Un entusiasmo inimaginable aúnen Sodoma (110)». Al parecer, la prohibición de esta clase de matrimonios data del año 1928, y fue realizada por las autoridades coloniales a instancias de la visita del rey Fuad (rey títere de Londres).Es improbable que el de Siwah sea un caso aislado.
En los últimos años recibimos periódicamente noticias de la celebración de matrimonios entre hombres musulmanes. En Arabia Saudí, en el año 2001, fueron ejecutados tres hombres que habían celebrado un matrimonio de este tipo. Aun sabiendo que se jugaban la vida, prefirieron mantener sus relaciones dentro del matrimonio, para no ofender a Dios. Si esto llega a producirse en un contexto en el cual se condena a muerte la homosexualidad, ¿qué puede haber pasado durante catorce siglos de tolerancia? Lo extraño sería que esta clase de matrimonios no se hubiesen producido, y que no se produzcan en el futuro. Dado que en el islam no es necesario ningún sacerdote para celebrar el matrimonio, un grupo muy reducido de musulmanes/as puede hacerlo.
Al margen de que consideremos esto lícito o una perversión, es incuestionable que ha habido y hay musulmanes que lo consideran lícito. La existencia de matrimonios entre musulmanes homosexuales pone en evidencia que la condena a muerte está muy lejos de ser la única opción posible. En el terreno del islam siempre coexisten opciones diferentes, algunas veces tan alejadas entre sí que parece tratarse de religiones diferentes. (Leemos: «El islam prohíbe la música», y en otro lugar: «A ninguna civilización la música ha sido tan consustancial como a la islámica».)Más allá de la posible acumulación de citas, esto merece una pre-cisión. El hecho de que ciertas cosas hayan sucedido en el amplísimo territorio donde el islam ha arraigado no quiere decir que estas prácticas sean necesariamente islámicas. En este y otros casos, nos encontramos con elementos culturales propios de los pueblos donde el islam se ha asentado. Esto nos conduce a una segunda consideración: el respeto del islam hacia las culturas ha sido proclive al sincretismo, no en materia religiosa sino en cuanto a costumbres y elementos socio-cultura-les. Que ciertas prácticas culturales no sean propiamente islámicas no quiere decir que sean anti-islámicas, ni que entren necesariamente en colisión con los principios del islam. En este caso, la tolerancia es la actitud tradicionalmente aceptada. Esto es aplicable a la tole-rancia hacia la homosexualidad en el contexto europeo de principios del siglo XXI. Nuestra reflexión se inscribe en una situación precisa. Desde el momento en que los matrimonios entre personas del mismo sexo han sido legalizados en España, nada impide que se celebren entre musulmanes/as. Basta que un solo musulmán reconocido en la categoría de Dirigente Islámico (artículo 3.1 del Acuerdo de Cooperación firmado entre el Estado español y la Comisión Islámica de España), esté dispuesto a celebrarlo para que tengamos
«matrimonios entre hombres(o mujeres) según la sharia», con plena validez a efectos civiles. Con esto, quiero hacer notar que el debate en el contexto de la España actual no gira en torno al castigo que debe aplicarse a los homosexuales. Simplemente, esta discusión está fuera de lugar, y sabemos que Muhámmad detestaba perder el tiempo discutiendo sobre soluciones a problemas inexistentes ( al-ughlutat). El debate que en verdad nos concierne es el de la licitud o ilicitud del matrimonio entre homosexuales y lesbianas, ya que se trata de una posibilidad inminente.
Pero sólo Al-lâh sabe.
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92. www.webislam.com. Se trata del portal de internet de Junta Islámica, que ha actuado como aparador del nacimiento de un «pensamiento andalusí contemporá-neo», del cual esta obra forma parte.
93. Al-Adl («el Justo») y Al-Hadi («el Guía»). Dos Nombres de Dios en el Corán.
94. También transcrito como mukhannathun. Véase:http://en.wikipedia.org/wiki/Mukhannathun. Y el artículo de Faris Malik, del cual el presente artículo toma varias citas, en www.well.com/user/aquarius/Qurannotes.htm
95. Sahih de Muslim, Libro 26, nº 5416. Con variantes en Bujari, Sahih, capítulo 114,nº 162, bajo el epígrafe: «Lo que está prohibido concerniente a la visita de "los que imitan a las mujeres" en casa de la esposa»; y en el Sunnan de Abû Daûd, Libro 32, nº 4095.
96. Ibn Qudâmah enseñó en la mezquita de Damasco en la segunda mitad del sigloXII. Es uno de los grandes alfaquíes de la escuela hanbalí, autor de Al-Mughni .
97. Citado en Al-Mughni , 7/463; y al-Sharh al-Kabîr ‘ala Matan al-Muqni ’, 7/347-348.
98. Citado en http://en.wikipedia.org/wiki/Mukhannathun
99. Citado por Abdelwahab Bouhdiba, La sexualité en Islam , ed. Puf, p. 55.
100. Hadices recogidos en el Kitab al-Adab, Libro 41, nº 4910 y 4928. Veáse:www.2muslims.com/directory/hadith/sunnan_abu_dawud/41/4910/101. Como hipótesis, sugiero que Muhámmad actuó con la intención de salvar almujannath y permitió el destierro a un lugar cercano como mal menor. Este es el modo característico de proceder del profeta en esta clase de conflictos, actuando movido por la solidaridad para con el perseguido, pero sin producir un enfrentamiento innecesario sobre una cuestión sobre la cual en ese momento carecía de revelación alguna.
101. Como hipótesis, sugiero que Muhámmad actuó con la intención de salvar almujannath y permitió el destierro a un lugar cercano como mal menor. Este es el modo característico de proceder del profeta en esta clase de conflictos, actuando movido por la solidaridad para con el perseguido, pero sin producir un enfrentamiento innecesario sobre una cuestión sobre la cual en ese momento carecía de revelación alguna.
102. Los mitos hebreos , Alianza editorial, 1982. Véase el capítulo «Lot en Sodoma»,pp. 146-150
103. Ibn ‘Arabi, Futuhat al-Makiyya II, p. 7. Debemos estas referencias a Abdal-lâhBartoll, y pertenecen a su tafsir del Corán, inédito.
104. A. Bouhdiba,op. cit., p. 43
105. Liwat : penetración entre hombres. Es importante señalar que lo que la tradición jurídica del islam ha condenado no es la homosexualidad en sí, sino la sodomía, entendida como penetración anal entre hombres. Existen incluso corrientes que distinguen entre adolescentes y adultos, entendiendo que las relaciones sexuales con adolescentes no son censurables, ya que todavía no han realizado plenamente la diferenciación entre lo masculino y lo femenino.
106. Citamos varios párrafos sobre la homosexualidad en al-Andalus de sus obras Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad y Las bodas de la semejanza.
107. Stephen O. Murray, Will Roscoe, et al. Islamic Homosexualities: Culture, History, and Literature
, New York University Press, 1997
108. Sir Richard Francis Burton, Terminal Essay, de su traducción de Las mil y una noches, 1885, www.fordham.edu/halsall/pwh/burton-te.html
109. Notes on the people of Siwah and El Garah in the Libyan Desert
, Menasha, GeorgeBanta Publishing Company, 1936.110. Citado en
Islamic Homosexualities , op. cit.
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