Autor: Umar Matatsing
Se nos ha enseñado que la “súplica” es el recurso más útil para alcanzar nuestros objetivos. Por esta razón, la tradición establece casi una súplica por cada acción que podamos realizar, ya sea durante el día o en algún momento de la noche. Junto al testimonio de fe, esta práctica representa una de las bases del deen para los musulmanes, pues aunque no se entienda como un precepto obligatorio, es fácil darse cuenta de su peso dentro de la religión. Sirva de prueba las publicaciones islámicas que circulan por las redes sociales, en su mayoría “súplicas” extraídas o confirmadas por algún hadiz. Esto es algo significativo, pues nos muestra como hoy los musulmanes dan más importancia a las tradiciones que al Corán.
Aún así, podemos observar que en la mayoría de casos las súplicas no tienen ningún efecto. El hecho de que, aún siendo tantos millones en el mundo que a diario claman al cielo, el número de víctimas de la violencia o el hambre no disminuye; es más, parece que ni siquiera nuestro carácter mejora por muchas suplicas que realicemos. ¿Tendrá que ver con que los objetivos que se intentan alcanzar no son los adecuados?, ¿puede que las intenciones de la persona no sean sinceras? o incluso, ¿será que la súplica no posee el poder que le atribuye la tradición?
Sinceramente, que las súplicas no funcionen parece no importar demasiado a la mayoría de musulmanes. Lo que para ellos resulta vital es continuar con la práctica, funcione ésta o no. Sin duda, la visión tradicional nos ha grabado en el subconsciente que lo meritorio ante Allah es creer en Él y realizar mucho “Duá”.
-LOS INCRÉDULOS TAMBIÉN CREEN Y SUPLICAN
Pero, ¿nos hemos parado a pensar que, en estos aspectos, incluso el más recalcitrante incrédulo no se diferencia para nada del musulmán? Así nos lo confirma el Sagrado Corán cuando dice que el ser humano, aún rechazando el Islam, reconoce a Allah como el Creador: 10:31, 23:85-87-89, 29:61-63, 31:25, 39:38, 43:87. Por esta razón el Libro define a quien rechaza como uno “que oculta lo que sabe que es Verdad” (”kafir”) en lugar de llamarle “incrédulo”. No hay mejor ejemplo que el mismísimo Demonio, quien en el momento de la Verdad reconoce públicamente que en esta vida ya sabía que la autoridad solo pertenece a Allah, y que Su promesa había de cumplirse 14:22. Además, no debemos olvidar que quienes rechazan el Islam también suplican con sinceridad a su Señor: 6:63, 7:189, 10:22, 29:65, 31:32. Así es como podemos asegurar que si bien las formas son distintas, la diferencia fundamental entre un creyente (o “mumin”) y un "kafir" no está en la creencia ni en la súplica.
-LA AUTÉNTICA ADORACIÓN
Lo que nos diferencia es la acción. Y como ACCIÓN entendemos la práctica de los Preceptos Divinos por parte del individuo, que junto a la adquisición de los Valores y Principios establecidos a partir de la Revelación permiten materializar su Islam. Debemos saber que desde la Revelación Coránica, toda “adoración” que no cumpla con el requisito de la ACCIÓN no puede ser considerada islámica. No importa cuantos datos y pruebas puedan aportar filósofos, místicos, hadicistas o coranistas para refutar este argumento (inclúyanse aquí interpretaciones descontextualizadas de la raíz iSLaM): quien no observa la Orden de Allah no se puede considerar creyente (o “mumin”), del mismo modo que un colectivo que no establezca dichas “acciones” tampoco puede considerarse “comunidad islámica”. Sin duda, esta es una de las razones por las que hoy tenemos la necesidad de colocar etiquetas detrás de la palabra “musulmán”. Y que en la época del profeta no existiese tal etiquetado se debe únicamente a que aquellos "practicantes del Islam" entendían y actuaban según los dictados de la Revelación Divina.
-LAS SÚPLICAS, POR SÍ SOLAS, NO FUNCIONAN
La expresión “Duá” hace referencia a la forma de rogar a Allah más conocida dentro de la cultura islámica. La mayoría de musulmanes lo practicamos; algunos clamando al cielo con los brazos levantados; otros colocando las manos en forma de libro y pasándoselas por el rostro después de acabar la súplica; e incluso los hay que se mantienen en silencio fijando la mirada al suelo mientras piden a su Señor.
No importa como llamemos a nuestra súplica, la intención es encontrar perdón, ayuda o prosperidad en un determinado momento. Cualquier ruego tiene como objetivo despertar la Misericordia de Allah para que algo suceda.
Un breve análisis de los contextos coránicos nos ayuda a comprender la utilidad de dicha práctica, además de proporcionarnos una respuesta lógica al por qué no llega la Bendición a nuestra nación y/o a nosotros mismos:
-Tras su equivocación, Adam suplicó el perdón a su Señor, y Éste acepto otorgárselo. Sin embargo, al mismo tiempo le advirtió de la necesidad de librar la ACCIÓN contra el mal 2:37-38, 7:23-24.
-Cuando Nuh suplicó ayuda, Allah le inspiró que construyese una nave. La salvación de Nuh llegó tras la ACCIÓN de fabricar la embarcación 21:76-77, 23:26-27.
-Lot deseó tener fuerzas para enfrentarse a los injustos, pero Allah decretó que escapara junto a los suyos. La Justa Retribución no se desató hasta que Lot hizo la ACCIÓN de abandonar aquel lugar 11.80-81.
-Musa hizo la ACCIÓN de ayudar a las mujeres sin esperar nada a cambio. Después, cuando rogó a su Señor, le fue concedido un refugio seguro 28:23-25.
-Los hijos de Israel pidieron de beber a Musa, y Allah respondió a su petición haciéndole golpear la piedra para que brotasen manantiales 2:60, 7:160. Después de esta ACCIÓN, apareció el beneficio. Anteriormente, como señala el pasaje que explica el modo en que atravesaron las aguas, la respuesta de Allah a su desesperación fue realizar la misma ACCIÓN 26:61-63.
-Los hijos de Israel y Musa hicieron una petición 10:85-89 y Allah se la concedió, al tiempo que les advirtió que realizasen la ACCIÓN correcta y se apartaran de la ignorancia.
-Allah ha dicho que Él responde a la súplica de Sus siervos, pero también ha especificado que ellos deben responder con la ACCIÓN 2:186.
-Cuando los creyentes pidieron auxilio a su Señor durante la batalla, Allah les envió su ayuda, pero les instó a que tuviesen firmeza y cumpliesen la ACCIÓN 8:9-15.
-El ejército de Daud rogó a su Señor cuando se encontró con Yalut y sus huestes 2:250. Se trata de una súplica en plena ACCIÓN. Finalmente, acabaron con el enemigo.
-Cuando Ibrahim suplicó a su Señor una prueba, Allah le contestó con una orden 2:260, la cual implicaba que para satisfacer su deseo necesitaba llevar a cabo una ACCIÓN.
-En su sabiduría, Ibrahim incluyó un espacio para la ACCIÓN dentro de la súplica que realizó para su gente, sabedor de que Allah siempre la exige 14:35-40.
-Después de concederle su súplica, Allah indició a Zakariya guardar silencio y ceñirse a una ACCIÓN 3:41. También se nos informa que el nacimiento de su hijo fue una recompensa por su predisposición a la buena ACCIÓN 21:89-90.
-Yunus pidió la salvación a su Señor, y el auxilio llegó solo después de que se sincerase e hiciese la ACCIÓN de llegar hasta la orilla 21:87-88.
-Ayub suplicó a su Señor, pero la ayuda solo se materializó después de llevar a cabo la ACCIÓN de golpear el suelo 38:41-43.
-La desesperación de Maryam llegó a su fin cuando hizo la ACCIÓN de mover la palmera 19:23-25.
-LA ACCIÓN COMO NECESIDAD PARA QUE LA SÚPLICA SE MATERIALICE
Si pensamos en pedir la Misericordia y Protección de Allah, debemos saber que Él tiene en cuenta nuestra ACCIÓN 3:191-195. El Corán ha dejado muy claro que el beneficio es para quienes creen y llevan a cabo la ACCIÓN 42:26, y que la Misericordia está cerca de quienes hacen el bien a los demás 7:55-56. Todas las criaturas suplican cuando les llega un mal 16:53, pero solo quienes adoran a Allah según las enseñanzas del Libro obtienen la auténtica felicidad 40:60, 42:25-26.
Desde esta perspectiva podemos entender el porqué Yacub, aún sabiendo que el Plan de Allah está por encima de cualquier súplica, advirtió a sus hijos 12:67-68 o incluso comprender que para que Yusef pudiese acceder a la corte real Allah le hizo entrar en prisión, cuando él solo pidió ser librado del deseo 12:33-35.
-LOS DOS EFECTOS DEL DUÁ
Cuando analizamos la raíz del término “Duá” en árabe, vemos que encierra los sentidos básicos de “buscar”, “desear” y “pedir”. Al igual que ocurre con la mayor parte de expresiones coránicas, las acepciones que se construyen con la raíz unidas al contexto donde aparecen nos describen elementos positivos o negativos que debemos tener en cuenta a la hora de comprender el alcance de un término.
En este caso concreto, podemos decir que existen dos tipos de “Duá”:
-el “Duá” sin ACCIÓN, cuyas acepciones se corresponden con: “acertijos, adivinanzas o enigmas”, “desgastarse”, “debilitarse”, “agrietarse por varios lugares” y “colapsar”. Si duda, estas acepciones describen exactamente el estado ruinoso que caracteriza al mundo musulmán en la actualidad, donde la dejadez, superchería y superstición está a la orden del día.
-el “Duá” con ACCIÓN, cuyas acepciones se corresponden con: “provocar una situación” y “solicitar la ayuda de Allah mientras se siguen las directrices de la Revelación Divina”. Estas acepciones describen el modo de provocar un cambio a través de la confianza en Allah y nuestro esfuerzo; siendo ésta la auténtica función que tiene la súplica.
Pensemos en nuestra situación actual y en cual de las dos categorías establecemos nosotros la súplica. Después, reflexionemos sobre el pasaje en que Eisa pidió la prueba definitiva para sus seguidores; Allah se la otorgó advirtiéndoles que después de tan clara evidencia quienes mostrasen rechazo sufrirían consecuencias inimaginables 5:112-115. El mayor signo que Allah ha otorgado al ser humano es el Sagrado Corán. Entonces, ¿qué consecuencias merecemos nosotros cuando estamos rechazando sus valores y preceptos claros?
-CONCLUSIÓN
Cada vez que suplicamos a Allah estamos reconociendo nuestra necesidad ante el Creador. Ciertamente, esa es una parte fundamental de la adoración, eso nadie lo puede negar. Sin embargo, el “Duá” debe servir para alcanzar el progreso y la prosperidad en esta vida, pues de lo contrario está faltando a una de las funciones básicas que el Corán le ha otorgado. Podemos comprobar a través de los contextos coránicos que cualquier forma de suplicar a Allah es válida cuando la intención es pura y va acompañada de un esfuerzo o compromiso real con la ACCIÓN.
Y la ayuda de Allah viene con el cumplimiento de Su Orden.
La paz sea sobre todos vosotros.
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